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Atrapando momentos...



“Atrapando momentos” se trata de un fotolibro nutrido con fotografías de mi autoría. Estas últimas comprenden un periodo entre los años 2004 y 2020, en distintas ubicaciones, pero con un vinculo en común: la naturaleza y las personas. Y representan para mi un periodo de constante aprendizaje tanto del mundo y la sociedad como de mi mismo.

En este fotolibro presento los recuerdos de 16 años junto a reflexivos monólogos —al menos para mi— que son un intento de descripción de una transformación personal, invitando así al lector a reflexionar sobre su camino, sus acciones y su forma de observar el mundo que nos rodea, cuyos matices parecen tan caprichosos.

Todo y nada en este proyecto ha sido dejado al azar ya que construirlo ha sido una constante autocorrección tanto en el texto como en las imágenes, así como en el aspecto final del propio fotolibro.

José Luis Pérez.



Prologo.

En las siguientes páginas encontrarás una historia, sí, una historia que se va entretejiendo con otras historias secundarias. Todas ellas son contadas con fotografías —o al menos esa es la intención— en esencia, son fondos que quise compartir. El relato central va más allá de la imagen, es rotundo el momento en que ocurrió; pesado para hundirse y sin duda con perspectivas aún mas allá, perspectivas que estas letras no alcanzaron a tocar.

Empecé este libro como un impulso orgánico: una necesidad primero y después lo transité como un túnel oscuro: con miedo y voluntad.

Hay vida en este libro, una vida que transcurre en profundidades a las que cuesta creer que sea posible acostumbrarse. A mí me cuesta creerlo aun después de haberlo transitado.

Hay un mundo… con otras reglas, con otros límites, y principios y certezas y odios y amores que no cumplen los cánones aceptados por quienes aceptan las cosas triviales y las difunden en internet.

El protagonista —yo— sobreviví hasta donde pude. Y en ese bregar contra todo, se destilaron en mi, esencias que me permiten reflexionar sobre la vida, la valentía, el amor comprometido, la injusticia, la trivialidad de esta sociedad de pose, la cotidianidad asesina e inhumana a la que condenamos a la mayoría que, en el intercambio tan moderno de likes y corazones, parece una minoría muda.

Éste es un libro sobre personas como yo que abunda y transita silenciosa en las calles.

Aquí, reflexiono sobre mi andar en silencio, porque fue el método con el que me adentré voluntariamente en esos abismos. Desde ahí vi, conté, descarté, elegí… Este libro está contado desde mis ojos como ningún otro que escribí, aunque todos los escribí desde esa inevitable perspectiva. Es sólo que la reflexión de cómo vi nunca fue materia primordial y sostenida en ningún otro libro. Hasta éste.

Este libro esta narrado entre letras y fotografías ya que, para algunas personas, la fotografía es solo una afición —uno muy caro, por cierto— como hacer deporte o cualquier otra actividad de ocio. Tal vez tu puedas hacerlo como un pasatiempo, si quieres, pero para algunas personas como yo, es el resultado de toda una vida. Para mi significa todo y no podía imaginar que la gente pudiera posar para una foto, que pudieras usar una luz de flash para configurar una escena, que hubiera maquillaje y otras cosas elegantes. La fotografía es la realidad vista desde una perspectiva muy personal y no quiero cambiar eso.

No estoy seguro de que todos puedan entender realmente la importancia que para mi tiene la fotografía. Es más que presionar el botón; tienes que tener un profundo interés en las personas, en la vida y el lugar en donde te encuentras. Es más, como una narrativa social que una actividad de ocio. Haces algo por la humanidad; le muestras al mundo cómo es la vida que tu estas viviendo. También se trata de viajar a nuevos lugares, algo que me gusta mucho. Creo profundamente que de alguna manera nací para documentar la vida; aunque me tomó 31 años darme cuenta de eso. Es lo único que realmente quiero hacer. Solo quiero salir y tomar fotos de la vida.

Cuando haces fotografía, estás completamente conectado.

No puedes llamarte fotógrafo solo porque apuntas tu cámara a la gente, a las calles o a los paisajes. No es así de fácil. Realmente tienes que practicar, tener un plan, acercarte, estudiar a la gente, interesarte por la humanidad y pasar mucho tiempo caminando por los lugares. Tienes que tenerlo dentro de tu cuerpo. Es un sentimiento, un interés por la vida humana cotidiana, rostros característicos, interacciones entre las personas y la vida en general. Es más, una especie de hambre por documentar la vida que voyerismo. Es un estilo de vida.


José Luis Pérez.

Primera parte.

¿Cómo inició todo?


Recuerdo claramente la impresión que tuve al ver por enésima vez el cañón del sumidero, mientras me encontraba sentado en lo alto de uno de sus miradores… cuando te acercas a una montaña tan esplendida como esta, la vez desde lejos, te vas preparando mientras te acercas… el camino para llegar hasta sus miradores transcurre a lo largo de una carretera sinuosa, ligeramente arbolada en la parte baja pero tupida en su meseta… vas conduciendo, cuando de pronto te detiene de golpe el borde del cañón… contemplas frente a ti, un abismo de más de mil metros de profundidad y no se cuantos metros más tenga de anchura pero es, valga el pleonasmo, abismal. Una vista única, una emoción muy difícil de describir. Estar ante semejante majestuosidad fue para mi una experiencia de asombro y alegría, de pequeñez e inmensidad mezcladas ante un paisaje que reduce intensamente la escala del “ser humano” hasta situarla en un lugar mucho mas cercano a quienes somos en realidad… pues esta vez, la situación se trataba de rescatar el cuerpo de un deportista extranjero que se había accidentado mientras realizaba “salto base” y que lamentablemente perdió la vida al caer en el abismo del cañón…

Para mi, bastó una experiencia tan triste y abrumadora como esta para cimbrar mi visión del mundo, aunque mas allá, con el transcurrir de los años, encontré argumentos para hacerla más sólida, mejor. Yo creo que son estas experiencias fuertes las que construyen nuestros valores y sus implicaciones en la vida cotidiana se vuelven mucho más sólidas. Son estas experiencias las que van configurando lo que realmente somos. ¿Qué tienen en común este tipo de momentos? ¿Qué hace que entre miles de segundos que transcurren en nuestras vidas haya algunos momentos, quizás muy pocos, que nos van impactando tan profundamente?


En la vida de todos, existen momentos cruciales, esos que han tenido un impacto tremendo en nosotros, sí, un impacto duradero y que de alguna manera ha cambiado la forma en que veíamos, pensabamos, creíamos… que nos ha cambiado la vida, que nos ha conmovido hasta el punto de tomar la decisión firme de cambiar un habito negativo o que nos impulsa a tomar una dirección mas enriquecedora par nuestra vida. Creo firmemente que todos hemos tenido esos momentos; con esto me refiero a esos momentos que trascienden más allá de nostros mismos, que nos transporta hasta hacernos plantearnos cual es el mejor rumbo para nosotros y, quizas, cambiarlo.



La cotidianidad pasa a diario... y pasa desapercibida... Día con día nos levantamos temprano de nuestra cama, nos damos un baño, desayunamos, salimos a trabajar, a estudiar o simplemente a cumplir con las obligaciones y responsabilidades que hemos adquirido… y así continuamos a lo largo de nuestro día hasta que llega la hora de dormir. Me atrevo decir que durante nuestro día, realizamos la mayoría de nuestras actividades sin detenernos a observar lo que nos rodea... el color de las sábanas que cubran nuestra cama, la textura de la ropa que elegimos para tal o cual día, incluso, no nos percatamos del color de los ojos de las personas con quienes conversamos...

Acaso, en un lugar común, en una hora —tal vez— inapropiada ¿somos capaces de percibir la belleza? ¿Paramos para disfrutar del lugar o del momento? ¿Reconocemos la magia cotidiana en un contexto inesperado? Sin embargo, la magia existe en el día a día... Vivir lo cotidiano con alegría depende más de nuestra forma de ver las cosas que de lo que sucede a nuestro alrededor. Cada instante encierra un tesoro.

A veces tenemos la sensación de que ocurren pocas cosas extraordinarias en la vida. Nos fijamos en los grandes acontecimientos –una boda, un largo viaje, el nacimiento de un hijo– y no apreciamos los regalos que, momento a momento, nos ofrece cada jornada.

En una de las escenas más recordadas de la adaptación al cine de Alicia en el país de las maravillas, el Sombrerero Loco celebra el "día del nocumpleaños". Es decir: cada fecha del calendario merece una fiesta, ya que la existencia se vive día a día y nunca sabemos cuándo va a terminar. Si tomamos conciencia de ello, estaremos en disposición de celebrar lo cotidiano, pues, cabalgando a lomos de lo urgente, a menudo nos pasan inadvertidas las pequeñas maravillas que dan sentido a nuestros días. La magia de la vida se muestra a menudo en lo humilde y sutil. Cuando nos detenemos por voluntad propia o la vida frena nuestro curso –por ejemplo, a través de una enfermedad–, todos somos capaces de apreciar la belleza de las rosas, de un plato elaborado o de una compañía alegre. Sin embargo, la vida no se compone solo de ocio.

Si no tenemos un momento para parar y apreciar nuestro alrededor ¿cuántas otras cosas estaremos perdiendo?



La filosofía clásica distingue tres dimensiones del ser: la verdad, la bondad y la belleza… todo lo que existe frente a nosotros tiene en cierta medida estas tres propiedades. No hay verdad sin bondad y sin belleza y será mas bella mientras más verdadera y buena sea.

Pero ¿cómo percibir esa belleza si nos encontramos inmersos en un mundo de impresiones fugaces, de alboroto y ruido? Hemos atrofiado nuestra capacidad de asombrarnos frente a la belleza que se nos cruza diariamente y solo la percibimos en situaciones especiales, donde nuestro encuentro es violento o nuestra sensibilidad esta predispuesta. La tecnología no nos ayuda, al contrario, nos dispersa en un abanico inmenso de opciones que derrotan a la reflexión.

Necesitamos recogimiento, silencio, tranquilidad, para calmar nuestros pensamientos — o tal vez para empezar a tenerlos— necesitamos retomar las condiciones para que nuestra vida sea realmente nuestra, para no sentirnos meros espectadores de las cosas que ocurren a nuestro alrededor, para que seamos capaces de percibir primero, a donde queremos ir, para luego tener el coraje de hacerlo…

En resumen, necesitamos recogimiento, silencio, reflexión y contemplación para reforzar nuestro comportamiento, para volver a unir lo verdadero, lo bueno y lo bello.

Recuperar la capacidad de contemplación de lo bello, lleva consigo la necesidad también, de recuperar el sentido de lo verdadero y lo bueno. Esta nueva mirada requiere voltear a ver el mundo que nos rodea con otros ojos; incluso más, diría que requiere en primer lugar, empezar a mirarlo, descubrir su belleza que no se esconde, pues está en todos los lugares, incluso para los espíritus mas rudos… contemplar lleva consigo a la reflexión, a plantearse los qué, los por qués y los cómo.


Porque contemplar la belleza lleva a conmoverse, a ponerse en movimiento, a salir de nosotros mismos, de nuestro interés más inmediato… la conmoción interior es un movimiento que nos muestra un cambio de rumbo. Es difícil cambiar nuestros hábitos de vida si no existe una motivación profunda. Es muy complicado cambiar hábitos, nos enfrentamos a una decisión en la que el peso de la inercia y la fragilidad de nuestro carácter pueden llegar a dominar. Es complicado sí, pero también es posible; se requiere una dosis adicional de convencimiento, sobre todo cuando lo que se propone resulta complicado o choca con costumbres arraigadas.

Contemplar es admirarse, es agradecer, es compartir, no abusar, no manipular o poseer… la contemplación del mundo que nos rodea empieza en el exterior, pero nos llega hasta muy adentro de nosotros mismos, porque nos suscita emociones; pero también nace del interior ya que promueve cambios en nuestra conducta. La contemplación no empieza en nosotros, sino en la belleza que observamos, que penetra y cambia nuestra vida.

Somos cabeza y corazón, inteligencia y afectos, pero las cosas que mas nos impactan mueven en primer lugar, nuestra afectividad, luego —para que duren— necesitamos formular argumentos para concebir la verdad… pero al final del día solo existe una verdad, y es esa que nace en tu interior y es la misma que te hace sentir curiosidad por la vida; es esa búsqueda incesante que te alimenta de experiencias diarias y nuevos conocimientos, es ese empuje, ese deseo de seguir a pesar de todo y de todos; es el fuego y la pasión que enciende tu mirada inundando tu corazón de la motivación necesaria no solo para continuar, sino para transformar esta vida y este lugar en algo maravilloso, algo que solo tu, desde lo más profundo de tu ser, has llegado a disfrutar.

La frase: «escúchate a ti mismo» no es solo un cliché, es una verdad que hay que practicar a diario para aprender a ser congruente tanto con nosotros mismos como con el mundo que nos rodea.


Escucha tu voz y sigue a tu ritmo… así, cuando hago fotografía, escucho la voz de mi silencio, libero cualquier discurso sorpresivo y aquieto mi mente de la algarabía que me rodea. Para mí es muy importante saber que dice mi silencio ¿habla de promesas rotas y refleja inquietud? Luego me voy a casa, lo proceso y lo subo para compartirlo en mis redes sociales. Me gusta cuando la gente admira y comenta mi trabajo. Esta retroalimentación es muy valiosa para mí y me ayuda a crecer y mejorar. También me gustaría compartir mis conocimientos con personas interesadas en la fotografía. No por dinero, sino para devolverle algo a la comunidad. Tengo el privilegio de ser un aventurero que tiene un trabajo de tiempo completo, puede viajar por todo el mundo, llevar una buena cámara y fotografiar lo que quiera. No todo el mundo tiene este privilegio. Intento animar a la gente a salir a la calle o al campo y hacer buenas fotos, independientemente de su situación. Hago esto solo para ayudar a las personas a comprender que todos pueden hacerlo. Aquí tengo todo; Podría pasar el rato con amigos en un bar después del trabajo y ver la televisión todas las noches. Esto no es lo que quiero. Quiero salir al mundo, conocer gente, tomar fotos, compartir información y disfrutar de la fotografía callejera... Esto es lo que me hace seguir y sonreír. Espero poder conocer a muchas de las personas que conozco virtualmente algún día en algún lugar de este planeta. Seguiré subiendo mis fotos, seguiré viajando por el mundo, seguiré conociendo gente y seguiré ayudando a otras personas.

Puedo decir sinceramente que "La fotografía me ha cambiado la vida..."


Segunda parte.

Aprender a ver.


No recuerdo cundo fue la primera vez que tuve una cámara fotográfica en mis manos… pero si recuerdo cual fue el motivo; todo inició como parte de la terapia que recibí cuando me diagnosticaron “Trastorno Límite de la Personalidad” un trastorno que desde el año 2004 me sigue a donde quiera que voy. Esta situación me permite darme cuenta que este trastorno —así como muchos otros, si no es que todos los trastornos— tiene un eco social muy poco acertado la mayor parte del tiempo, es decir, lejos de generar comprensión o empatía, genera —en verdad créanme— mucho rechazo, el mismo que siempre esta presente y es el origen del sufrimiento de quienes lo padecemos; lo que hace tremendamente difícil que transitemos por una vida mas o menos normal… a este momento de mi vida yo le llamo “aprender a ver a través del visor de mi cámara”, captar la esencia del aquí y el ahora, aprender a priorizar, buscar el ángulo que muestre lo que me interesa, resaltar la belleza de lo que nos rodea y a apoyarme en un discurso que interprete todo, apoyándome en —o desarrollando— la creatividad, la subjetividad y la introspección; sumergiéndome en una relación más profunda con el entorno, contribuyendo así, a mejorar en mi, la sensación de bienestar.


Es probable que en este momento tu conozcas a alguien que padece algún trastorno o enfermedad mental y el o ella no te lo ha compartido y quizá te has preguntado: ¿por qué se comporta así? ¿por qué siempre esta cansado? O la mas frecuente de todas las preguntas: ¿por qué no le “echa ganas”?

Bueno, te voy a hablar desde mi experiencia viviendo con el Trastorno Límite de la personalidad…

Cuando decimos: tengo mucho cansancio o no puedo no es porque NO LE ECHEMOS GANAS, tampoco son quejas, excusas o el reflejo de una actitud pesimista; es simplemente un hecho de nuestra vida con una condición mental diferente a la tuya. Nuestros cerebros están atrapados en una tormenta, con la sobre marcha puesta y tenemos una enorme dificultad para relajarnos o incluso dormir por la noche. Una persona “normal” —que no padece ningún trastorno o enfermedad mental— tarda aproximadamente siete minutos para conciliar el sueño… ahora imagínate estar en la cama, totalmente exhausto y con ganas de descansar; quieres dormir pero no puedes, giras en la cama, cambias de posición, acomodas las cobijas y luchas por mas de una hora para poder dormir… yo quisiera poder acostarme y que solo me tome siete minutos poder dormir; pero el tema no termina ahí, con el descanso nocturno, pues en personas como nosotros —con una condición mental— los sueños frecuentemente son perturbadores, tenemos pesadillas, ruidos estridentes dentro de la cabeza y sueños vívidos que nos despiertan más de una vez durante la madrugada; de modo que al día siguiente te das cuenta que no descansaste y te sientes abatido. Es como si tuvieras una batería dañada y que nunca parece recargar correctamente.

La mayoría de las ocasiones ponemos mucho esfuerzo para lograr concentrarnos en la tarea que se supone que debemos realizar mientras nuestras mentes están tratando de llevarnos a otros caminos. Frecuentemente tenemos problemas de memoria y no conseguimos seguir instrucciones de varios pasos y nos enfrentamos a la recriminación de los demás simplemente porque se espera que sepamos como hacerlo.


Estamos en una guerra constante con nuestra propia mente, luchamos contra nuestros pensamientos e intentamos sobrellevar nuestros sentimientos en silencio, sin que los demás se den cuenta de ello. Escuchamos todos los días a nuestra mente susurrar: “no eres lo suficientemente capaz, ni lo suficientemente fuerte ni lo suficientemente inteligente” por mencionar solo unos ejemplos… además, nos esforzamos para lograr diferenciar lo que es real de lo que ¡no lo es, porque nuestra mente nos presenta todo como una realidad única. Lo que nos hace enfrentarnos en una guerra constante con el juicio de otras personas y su falta de comprensión e interés por entender. La mayoría de las personas solo dicen: “todo esta en tu cabeza, deja de pensar así” “deja de ser pesimista, así no llegarás a ningún lado” “pones excusa para no hacer nada” o hasta llegan a pregunta: “¿por qué eres así? ¿por qué no quieres salir adelante? ¿por qué no le echas ganas?... ante todo esto, solo puedo decir que, cuando nos dicen semejante cosa realmente afectan nuestra forma de sentirnos con nosotros mismos y refuerzan nuestras auto acusaciones, pero a pesar de todo, realmente me alegra que tu no sepas lo que es vivir así, creo que debe ser un alivio poder llevar una vida tranquila porque mientras tanto, nosotros llevamos a cuestas una sobrecarga sensorial que es agotadora; es cansado tener que auto abogar para defendernos de las personas que no entienden y que no quieren entender. Pasamos gran parte del día lidiando con temores que a otras personas les parecen irracionales y mientras tanto, luchamos por intentar comunicar eso que nos aterra, pues no nos enseñaron a desarrollar esa habilidad. Sufrimos los efectos secundarios que nos causa la medicación, pero sabemos que solo con el tratamiento podemos hacer frente a los síntomas de nuestro diagnóstico y las expectativas de la sociedad. Estamos cansados muscularmente por la tensión que experimentamos, padecemos dolores de cabeza o migrañas, nuestro apetito se ve afectado y comemos demasiado o no comemos nada y muchas veces, nuestro sistema inmunológico se ve comprometido. Podría seguir describiendo lo que enfrentamos, pero seguramente resultaría mas extenso de lo que puedes imaginar, así que, por favor, la próxima vez que conozcas a alguien con un trastorno o una enfermedad mental recuerda que no ha sido sencillo para el o ella llegar hasta donde se encuentra, ponte en su lugar, imagina como se siente vivir la vida en una cuerda floja donde lo mas importante es intentar mantener el equilibrio para no caer y morir.


No confundas mis días malos con un signo de debilidad…

En realidad, son esos días en los que mas estoy luchando.


Y yo te digo a ti, esta bien si:

— Cometiste un error…

— Te sientes ansioso…

— Te supera la muchedumbre…

— No sabes que hacer…

— Hoy no fue tu día…

— Luchas a diario por estar bien…

— Tienes dudas…

Ser quien eres está bien; eres tu y eres la única persona a la que tienes. Al final del día estas contigo y es agotador estar en guerra con uno mismo… pero es ahí precisamente, al final del día cuando la fuerza llega, justo en ese momento en que crees que no puedes continuar, pero sigues delante de todos modos…


Vivir con una enfermedad mental es una de las formas más aterradoras y solitarias de existir. Lo sé porque —como ya dije antes— sufro de un trastorno de la personalidad. Además de la depresión, la ansiedad y un descontrolado ir y venir entre estas emociones que llegan a adueñarse de mi vida… pero en medio de este sufrimiento encontré en la fotografía una manera de darle luz, enfoque y sentido a mi vida. Salir a hacer fotografías me resulta relajante y puedo resguardarme en mi propio espacio seguro durante las etapas mas difíciles de mi vida, mis crisis.

Una persona que padece trastorno limite de la personalidad es un individuo completamente normal. Puede que estudie, tenga un trabajo, una familia y hasta un circulo de amigos… el problema surge en el momento en que le aparece una crisis. En ese momento su personalidad se desdibuja. Es como si el individuo tuviera dos personalidades: una que esta siempre ahí y que lo hace ver perfectamente normal; es agradable, estable y sosegada… la otra, aparece de vez en cuando y se encarga de destruir todo lo construido por la personalidad original. Un brote de TLP invade todo el ser y cambia el ánimo que hasta entonces era estable y lo vuelve triste y vacío. De repente, las cosas que tenían sentido y generaban bienestar dejan de hacerlo. Las ilusiones y los proyectos que quería realizar se ven con pesimismo y melancolía.

Hubo una época en la que yo estaba tan anulado mentalmente por mi enfermedad que no podía comprender que no estaba bien ni yo, ni la forma en que estaba viviendo mi vida. Era yo incapaz de verlo, pero sabia que algo no marchaba nada bien. Nunca nadie me había hablado nada sobre los trastornos mentales y no sabia que podía recibir tratamiento para ellos. Durante años me negué a creer que yo podía estar sufriendo por algo como eso… yo vivía en un mundo que era absolutamente “blanco o negro”. Hacia enormes dibujos al carbón y la mayor parte del tiempo, la ropa que llevaba puesta era monocromática… pero todo lo que a mi alrededor tenia color solo me hacia sentir en una espiral intensa, un túnel que me hacia perder el equilibrio… temblar de miedo.


Imagina que estás en un lugar repleto de gente que SÍ conoces; de un momento a otro, todos se giran para tener conversaciones con otras personas excepto contigo porque para ellos eres lo menos importante. El sonido de las voces se incrementa; sin embargo, no logras entender ninguna conversación. Intentas rescatar algún fragmento de una, a ver si logras encajar un momento en la plática. Pero es imposible. El sonido de las voces sigue en aumento. Y sigue. Y sigue. Y sigue. Llegado el punto donde ya es un mar de ruido en donde es imposible no agobiarse. La desesperación comienza a recorrerte, los ojos se ven impregnados de lágrimas y un hueco en el pecho comienza a crecer sin medida. Se crea una especie de “cortocircuito” por el cual se hace imposible controlar los actos. El brote de TLP invade todo el ser y torna el ánimo, que hasta el momento era estable, por otro disfórico, triste y vacío. “Las personas que son importantes, se vuelven enemigas. Sobre todo, las que más se aman. En pleno brote, es cuando más necesito el amor y comprensión de mis allegados, pero la manera de pedirlo es mediante la falta de respeto, la agresividad o la destrucción. Puedo, incluso, llegar a agredir a algún familiar, tanto de forma verbal como física. Y en el fondo, lo que estoy demandando es atención y afecto”.

Estas actitudes impulsivas, en realidad buscan evitar a toda costa un posible abandono, pero en consecuencia, muchas veces se termina recibiendo precisamente lo que tanto temen. Lo que al final, refuerza aún más los sentimientos de vacío y la baja autoestima.


Las crisis del trastorno límite de la personalidad hacen que la persona soporte muy mal el aburrimiento y la frustración. Todo aquello que sea mínimamente incómodo, le parece un caos. En este contexto, pueden llevar a cabo conductas autodestructivas o impulsivas como: tomar drogas, destruir objetos, despilfarrar dinero, embarcarse en proyectos sin haber realizado un plan coherente, ser desagradable con algún amigo, contar a gente que no se conoce que se está en plena crisis o incluso realizar algún intento de suicidio.

Las crisis del trastorno límite de la personalidad suelen durar desde unas horas hasta una semana —en mi caso— aproximadamente. Tras lo cual suele llegar como consecuencia sentimientos de vergüenza y culpa. La vergüenza se siente, sobre todo, por el hecho de haber sido impulsivos. La impulsividad del TLP hace que la persona muchas veces se ponga en evidencia. Por otro lado, la culpa surge porque durante el brote hemos llevado a cabo comportamientos que nuestro verdadero yo no quería realizar. Es decir, nos sentimos arrepentidos.

El problema de la sintomatología post-crisis es que pueden hacer creer al paciente que “no hay remedio” y llevarlo a la desesperanza. Este desamparo, puede, a su vez, provocar nuevas crisis y cerrar un ciclo. las crisis de un paciente con trastorno límite son vividas con una gran desesperanza porque, aun con tratamiento, son muy difíciles de controlar. Uno deja de confiar en sus recursos, en sus posibilidades. Un día se encuentra estupendamente y al día siguiente, sin saber por qué el TLP vuelve y lo acaba poseyendo.


Tercera parte.

Somos instantes que hacen historia.


Somos momentos, instantes que conforman nuestra identidad, pero… ¿Qué pasa cuando tratamos de recordar cada uno de esos momentos?... más allá de lo racional, la memoria posee una extraña manera de ordenar cada uno de esos instantes, los junta por eventos, colores, emociones, y las sensaciones tienden a confundir sucesos y experiencias en los que la memoria salta tiempos, lo que los vuelve imprecisos. Algunos están ocultos y hay que esforzarnos por traerlos de vuelta, otros saltan de inmediato; en cambio, la fotografía nos produce placer, emoción, nos divierte; transmite nuevas emociones y sensaciones, vincula culturas, modela nuestros pasos, nos hace soñar y renueva la imaginación. Nos permite preguntarnos: ¿cómo era yo antes? ¿qué sucedió en todo este tiempo?

Creo firmemente que una fotografía es un pequeño espacio en el que podemos hablar de temas íntimos como culpas, miedos, instantes, lugares, sueños y recuerdos, lo que sin duda permite crear historia, una historia que con suerte puede que estremezca y conmueva a quien la contempla, que nos lleve a reflexionar, llorar, sentir, temblar, que nos lleve a revivir. Nos ayuda a desarrollar esa capacidad expresiva entre nuestra voz interior y la que externamos. Nos permite —aunque sea por una fracción de segundo— aquietar el cuerpo y serenar la mente para encontrar la claridad entre lo que pensamos, lo que sentimos y lo que queremos expresar mientras vamos construyendo nuestra propia identidad, dándole un significado a lo espacios donde crecimos…



En ocasiones, tras la rutina, olvidamos como luce nuestro alrededor, pero, es hasta que alguien foráneo llega y nos señala lo que no observamos que nos damos cuenta de lo valioso que es todo lo que nos rodea. En mi, la fotografía despertó la necesidad de ver el mundo con diferentes ojos, lo ordinario como magnifico, lo instantáneo como historia, la luz como vida y la oscuridad como reto.

Lo que trato de decir es, que sin la luz no se logra captar una imagen, pero con ella, así sea el más mínimo resplandor en la oscuridad, nos da la capacidad suficiente para pintarla con nuestra cámara y así poder mostrar el mundo a través de nuestra lente, la percepción que tenemos de aquello que vemos.

Contar historias es la habilidad más poderosa de un fotógrafo, porque las historias son la forma en que los humanos le damos sentido al mundo y a nuestro lugar en el. Las historias son fundamentales para la experiencia humana, pero, para que los fotógrafos cuenten con eficacia, deben utilizar las herramientas de la narración visual como el tema, la composición, el contraste y lo más importante, la luz. Ya sea que utilice la fotografía para capturar o crear, necesita entender cómo puede utilizar la luz para comunicarse.

Los narradores de historias a menudo recurren a herramientas para iluminar y contextualizar sus palabras; las fotografías son una representación visual de “donde y como” ocurren las cosas. En este sentido, la fotografía y las historias se complementan entre si. Así, la fotografía nos permite describir lugares, visualizar el mundo o representar las narraciones. La narración de diferentes historias es capaz de lograr el cambio, influir en las opiniones, concientizar, activar la alarma y comunicar noticias.

Cuando alguien ve nuestra fotografía y siente algo, cuando su imaginación vuela y crea una historia en torno a una sola imagen, es cuando nuestra fotografía ha logrado contar historias. No importa si son en un sentido u otro, aunque su mayor logro será si logra contar lo que el fotógrafo trata de decir. Crear una fotografía poderosa consiste en atrapar la mirada y la mente de las personas, trasladarlas a otro plano donde acontece lo que sus ojos ven así, la historia se creará en la mente de quien observa…







Hay narradores que necesitan una pluma, otros ocupan su voz para contar historias —yo lo intente con la palabra escrita en otros proyectos personales— pero existen algunos que solo necesitan de una cámara. En verdad hay quienes precisan de la palabra oral o escrita para narrar una historia, verdadera o inventada, sin embargo, hoy me di la oportunidad de dedicar unas líneas a una actividad artística que busca, ni más ni menos, narrar relatos —completos o simples fragmentos— por medio del lenguaje visual… la fotografía. No obstante, hablar de ello va más allá conceptos técnicos o detalles estéticos.

Siendo yo una persona que padece un trastorno psicológico, la fotografía me resultó de cierta manera terapéutica y muy positiva para comenzar un dialogo profundo conmigo mismo ya que cualquiera puede hacerlo. Y así lo hice, pues no era necesario ser medico psiquiatra, psicólogo ni mucho menos fotógrafo profesional, no tenia mas que coger mi cámara en un momento de estrés o de tristeza y salir a algún lugar a hacer fotografías… así, esta actividad me ha ayudado a descubrir mi presencia en el lugar en que me encuentro.

La fotografía, la imagen, conecta directamente con las emociones, te ayuda a reconocer lo que esta ocurriendo en tu interior. La magia de la fotografía es que conecta dos caminos, el camino de lo físico —el recorrido del lugar por el que transitamos— y a la vez registra el recorrido emocional que vivimos interiormente, de este modo, la fotografía es una especie de mediador entre nuestro yo interior y aquello que esta afuera. La fotografía permite también al contemplarla, volver a la emoción inicial. Permite la reunión entre interpretación y vivencia.

Captar la esencia del momento, aprender a priorizar, buscar un ángulo que muestre lo que nos interesa, resaltar la belleza que nos rodea, todas esas son genialidades que la fotografía nos aporta a todos, una posibilidad de crecimiento creativo y vital sin precedentes.






Cada fotografía que una persona toma es también una forma de autorretrato que refleja instantes que fueron suficientemente especiales para ser atrapados en el tiempo y para siempre. En su conjunto, estas fotos hacen visible las historias que acontecieron en la vida de la persona, sirviendo como huellas que van marcando el camino recorrido física y emocionalmente y quizás también estén señalando hacia donde se esta encaminando próximamente, pero ¿qué es lo que hace que una historia sea interesante?

Las imágenes son un instrumento potente de comunicación, no solo un espejo del alma que nos ayuda a expresarnos libremente y liberarnos de esos vínculos que nos atan y que no podemos expresar usando las palabras. Detrás de cada “clic” hay, aparentemente, un simple gesto, pero es un gesto que crea una conexión entre el fotógrafo, el lugar, el momento y la imagen capturada, porque en ese instante encontramos en la imagen una experiencia vívida o vivida. Fotografiar ayuda hacer fluir los pensamientos y entrar en la mente. Las emociones que experimentamos nos dan energía y nos hace sentir que estamos vivos, poco importa si somos profesionales o no, pero en ambos casos se enfrenta un camino durante el cual se realiza el crecimiento personal. Así, el significado de las fotos se encuentra, no tanto en sus factores visuales, sino en lo que estos detalles evocan en la mente y en el corazón del observador. Al contemplar una fotografía, las personas general y espontáneamente crean el significado que ellos creen esta proviniendo de la foto misma y este significado puede o no, ser el que el fotógrafo intento expresar; entonces, su mensaje principal —y su menaje emocional después— depende de quien esté mirando porque las percepciones de las personas y sus experiencias de vida automáticamente encuadran o definen lo que se ve como real.





Cuarta parte.

Exploración.



Explorar artísticamente la salud mental es una forma impactante en que la fotografía puede aliviar la ansiedad. Autorretratos, representaciones abstractas, paisajismos, etcétera… la fotografía permite a los fotógrafos compartir experiencias, reduciendo la carga a menudo solitaria de la ansiedad y quizás creando nuevas relaciones en el camino. En conclusión, si eres fotógrafo experimentado como si acabas de iniciar, las formas en que la fotografía puede aliviar la ansiedad y ser una ayuda terapéutica son de gran importancia. Desde cambiar la perspectiva hasta influir en la motivación y cultivar la expresión, la fotografía puede acompañarte en los momentos álgidos de la salud mental y apoyarte en los momentos más difíciles.

Decía Virginia Satir:

«Solo podemos querer aquello que conocemos bien.

Construir historias visuales sobre nuestra identidad se define como un buen camino.»


Así, un día miré mi cuerpo desnudo en el espejo. Miré mis ridículas piernas poco sensuales. Mi escualido y peludo trasero. Mis escasos bellos en la entrepierna. Mi postura encorvada. Mis hombros caídos. Mi bigote y barba “mexicanos”. Mis orejas que están muy grandes y hacia atrás. Mis oscuras ojeras que enmarcan los huecos donde deben verse mis ojos. Mi nariz deforme por las varias fracturas sufridas a lo largo de los años. Y agradezco que los espejos no reflejen las almas porque no se como es que esta se pudiera haber visto ahi.

Me paré desnudo sobre el piso, estirando mis brazos tratandeo de llegar hasta e A foco de luz. Apague la luz, sí. Para no verme lo amarillo de los dientes. Me bañé… rápido, fugaz, como quien escapa de una prisión con miedo a bajar la vista y encontrarme solitario a pesar de lo obscuro. Con miedo a acariciarme sutil y desinteresadamente, y provocar una erección absurda… una que culminaría en el recuerdo de algún acto sexual con personas que desaparecieron de mi vida sin dejar rastro de su huida. Si lo hubiera hecho, hubiera sido una masturbación precoz, que poco me proporcionara un instante de placer y que al instante siguiente, estaría lleno de culpabilidad.


En otro momento, el sonido de los disparos inundaba el ambiente... la llegada de heridos se contaba no por unidades ni decenas, si no centenas... cuerpos en el suelo separados por su gravedad... frios colores distinguen la frialdad si vas a tener oportunidad de vivir o no... el sonido de los gritos y los quejidos del dolor se confunden con los de los disparos... sangre, agua, secreciones de todo tipo se revuelven en el piso en un olor nuevo…


¿Qué haces cuando nada de lo que haces funciona?

¿Qué haces cuando pierdes tu esencia, cuando olvidas quién eres y te alejas?

¿Que haces?

¿Lloras?

¿Te decepcionas?

¿Tienes ganas de rendirte?

¿Que haces?

El mundo no se detiene por ti.

La vida sigue.

Nadie quiere escuchar tu sufrimiento.

Nadie soporta tus lamentos.

Estás solo frente a tu dolor.


¿Qué haríamos si pudiéramos devolver el tiempo? Parte de nosotros enmendaría sus errores para sanar lo que le consume, otra parte tal vez haría lo que nunca se atrevió para vivir lo que siempre esperó.

Quizá muchas veces no tengamos una segunda oportunidad, pero sabemos que hasta nuestro futuro más lejano, eventualmente se convertirá en nuestro presente y es ahí en donde debemos actuar recordando lo que pasamos.

Quizá hacer eso fuera un error o tal vez no, tal vez podríamos resolver los problemas, las dudas, tal vez podríamos resolver todo con una máquina del tiempo o quizá... quizá deberíamos a aprender a enmendar los errores de este tiempo.


- ¿Tienes miedo?

- Todo el tiempo.


Pero también trato todo el tiempo de hablar conmigo mismo, y es muy agradable, me ayuda a entenderme un poco mejor. Entonces eso quizá quiera decir que no hablo solo, usualmente siempre estoy yo. Es algo que me gusta hacer, me sirve para aclarar todos aquellos pensamientos que invaden mi cabeza. Purgo mis pensamientos contándomelos a mí mismo en voz alta; los saco de mí.


¿Cuántas veces usé mi cámara solo porque no pude apretar el gatillo?


Duele escuchar a una persona como se rompe y más cuando es una persona que siempre creíste que estaba bien, que sus risas no eran fingidas y que parecía ser feliz, duele porque no pude notar lo mal que estaba, no pude ver como lloraba cuando reía, no pude sentir lo triste que realmente era.

Y me pone muy triste porque hubo un tiempo donde yo estuve así y al igual que ella nadie estuvo para mí.

Hoy, para mi es muy importante que la gente no se sienta sola…


Se nos habla de superar miedos, se nos habla de aventarnos casi casi con los ojos cerrados, y quizás nos topamos con la frase de “pues así de bonito suena fácil”; o creemos que las cosas son irreales por la situación que estamos viviendo cada uno, pero debemos de saber que los pequeños esfuerzos son los que nos impulsan a soltar aquello que nos ata o a liberarnos de todos aquellos pensamientos de autosabotaje...


Un día estaba caminando por un sendero sinuoso, lleno de árbustos pequeños que apenas dejaban observar lo que habitaba a mi alrededor, el sol se aparece detrás, justo en lo alto de mi cabeza pero por mi espalda. Mientras camino, voy despertando la curiosidad de algunos animales que me observan desde lo alto de alguna loma o escondidos entre los matorrales que rodean el sendero y con cada paso que yo daba, parecía como si algo me perseguía, dos pasos más y una ramita crujio, tres pasos y tropecé por los nervios, cuatro pasos y me atrevi a voltear algo de mi mano colgaba haciéndome sentir perseguido: eran mis miedos…

Caminar un sendero en medio de la naturaleza te permite estar en comunión contigo mismo, algunas veces inmerso en pensamientos e ideas del tipo de perder la confianza, querer abandonar, incluso llegas a reprocharte el tiempo invertido en todos aquellos kilómetros recorridos, ¡¡¡que desperdicio!!!

Cuando hablo de estar en comunión contigo mismo me refiero a que si te tomas un momento durante tu desempeño, aún cuando estés cansado, dolorido, irritado y a punto de abandonar, y te preguntas ¿que esta pasando? mas específicamente ¿que te esta pasando? Podrás entender mucho mejor la naturaleza de tus emociones y sensaciones, es decir, en su sentido mas estricto, la naturaleza del dolor y de la fatiga.


Hay momentos en que mis sentimientos se sienten más grandes que mi cuerpo; donde me siento uno con algo más grande que yo, ya sea la naturaleza o el amor, la música o la compañía de los demás, o simplemente lo que me rodea en ese momento. Así es como sé que existe el alma.



Quinta parte.

Contemplación.


Cuando la mente se aquieta el mundo se reorganiza. En esos instantes deja de estar fragmentado el universo y sentimos una inefable gratitud. ¿Cómo conseguirlo?


Hablar de contemplación supone una tremenda paradoja y un desafío. La contemplación es un estado de conciencia, y no podemos entenderlo como un camino, una técnica o un medio, sino como un acuerdo o entendimiento profundo en el que el instante, el sujeto y el mundo se encuentran y se funden íntimamente.

El silencio que precede a la contemplación está siempre ahí, detrás de todo, igual que el firmamento estrellado tras la apariencia del cielo diurno.

El que contempla está ya sumergido en el instante, en la perfección. Es un verdadero iluminado que camina en sintonía con su entorno y al mismo tiempo ensimismado.

La contemplación no se busca ni se programa, quien llega a ella sólo ha tenido que despojarse por un momento de las preocupaciones e ideas preestablecidas (la contemplación es todo y no es nada) y volver al propio regazo para mirar con una mirada nueva.

Es ahí cuando el mundo nos contempla y nos aunamos y fundimos en un abrazo que reconcilia y cura, que nos devuelve el sosiego llenándonos de serenidad... de eternidad...


Cuando nos miramos en lo otro, amigo, hermano, compañero, paisaje o firmamento… el mundo nos contempla y devuelve la mirada a través de los ojos de quien a su vez nos mira.

A medida que uno se interna en el bosque, mil presencias susurran y te van llamando adentro y a lo profundo, el silencio y los árboles se agigantan y tú te vas haciendo más y más pequeño hasta desaparecer en una conciencia más vasta que te absorbe y comprende. El bosque parece entonces observarnos con una mezcla de curiosidad y desapego. La observación de una simple experiencia como esa, es un modo de contemplación tan fascinante y contagioso como una sonrisa. Y, si practicamos, aprenderemos a encontrarnos de vez en cuando, como cuando, cogidos de la mano, caminábamos volviendo de la escuela, de regreso al hogar. Esa es la vivencia que nos brinda la contemplación: un continuo regreso al hogar, que puede ser vivido y expresado de mil modos distintos, pero que resulta más difícil y penoso cuanto mayor sea nuestra carga, porque la contemplación es ante todo un espacio de memoria y un espacio de olvido; en el que no hay dios, ni iglesia, no hay sacerdotes, ni templo, ni oración, es decir, no hay intermediarios entre nuestra visión y la experiencia.





Contemplar es una forma de conocer dejándote traspasar o traspasando puertas. Es una herramienta para captar las esencias y también para qué la vida no se te escape entre los dedos, respira y detente un instante antes de mirar a tu alrededor y aceptar lo que ves, para ello solo necesitas:


SERENIDAD · AGUDEZA · RECUERDO · ENCUENTRO · CONFIANZA · ENTENDIMIENTO · PAZ · ACUERDO · SOLEDAD · INTUICIÓN · PERCEPCIÓN · ACERCAMIENTO · SILENCIO · RECREACIÓN · LUCIDEZ · ATENCIÓN · CONCIENCIA · PLENITUD · FUSIÓN · QUIETUD · INFINITO · COMPRENSIÓN · RECONCILIACIÓN · TEMPLANZA · INSPIRACIÓN · MEMORIA · SINTONÍA · DESAPEGO · DESNUDEZ · OLVIDO · CONEXIÓN · HUMILDAD · PRESENCIA · ABANDONO · RETORNO







Sexta parte.

El descubrimiento.


Tomar fotografías puede resultar terapéutico en su propia practica —al menos para mi lo es— porque en cada disparo trabajamos —sin estar consciente de ello— la voluntad y la toma de decisiones, decisiones como el encuadre o la luminosidad en milésimas de segundo. Así, reflejar mis pensamientos en una fotografía, supone cierta dificultad, pues mis reflexiones iniciales trataban de plasmar como en ocasiones la vida nos pone a prueba y tras pasar algún mal momento finalmente conseguimos ponernos de pie y seguir con nuestra vida, tratando siempre de ofrecer una idea positiva que me permita conectar con el mundo… con mi mundo y porque no, con otras mentes inquietas como la mía.

Uno de los objetivos de este fotolibro, es reflejar en un solo trabajo mi evolución personal, pero lo cierto es que, por un motivo u otro, trato de dejar de manifiesto que siempre he tenido un vinculo grande con la naturaleza; siempre me sentí cómodo en ella y atraído por su entorno. Al final, yo creo que será evidente que la fotografía de paisajes es uno de mis quehaceres favoritos, además que, —casualidad— el hecho que mas se retrata en mi mundo sea la naturaleza.








Conforme iniciaba la terapia —conforme empecé a recuperarme— lentamente descubrí que la luz y el color son las cualidades más fascinantes y sanadoras de todas. Nunca había sido capaz de apreciar lo bello y sanadores que son esos elementos en mi vida. Cuando has vivido en medio del caos durante tantos años y de pronto empiezas a aprender a meter el freno, eres capaz de ver todo lo que eras antes. Para mi, la luz y el color, representan ahora todos los elementos que conlleva estar vivo y todo lo que había sido incapaz de disfrutar antes. Empecé a conocerme a mi mismo en profundidad y como resultado, fui capaz de mostrarme vulnerable y dejar que la gente entrara en mi vida mas que nunca.

Practicar la fotografía tiene muchos más beneficios de los que uno se pudiera imaginar, pues desde el momento en que te inicias en ella, verás como no solo empiezas a ver las cosas con otra perspectiva, sino que comenzarás a desarrollar una serie de habilidades y destrezas que te van a ayudar no solo a ser mejor fotógrafo, sino a ser mejor persona. La fotografía es un arte que te va a exigir concentración, disciplina y mucha pasión. Verás como al practicarla, tu visión del mundo se ampliará un poco más, lograrás conectarte contigo mismo, con todos y todo aquello que te rodea.





Al practicar la fotografía, te darás cuenta, que, tienes que aprender más de ti mismo ya que debes estar seguro de qué es lo que quieres fotografiar. Es un proceso de autoconocimiento en el que te sumerges al explorar que es lo que te gusta hacer, lo que quieres expresar y como vas a lograrlo ya que, a través de la fotografía expresamos sentimientos de una forma creativa, lo que nos permite transmitir nuestras emociones, experiencias, lo que nos ilusiona, lo que nos gusta y hasta lo que nos disgusta…

La fotografía te ayudará a desarrollar tu creatividad. Si quieres hacer fotografías que te diferencien de otros, tendrás que estar conectado con tu lado creativo y cuando comienzas a hacer esto es como comenzar a hacer gimnasia cerebral… y al despertar nuestra curiosidad buscando nuevas y más creativas formas de ver las cosas, nos enseña a tener perspectivas diferentes. Recuerda, tu visión del mundo es única, nadie lo verá tal y como tu lo vez, hasta que lo plasmes en tus fotografías…

Los fotógrafos son, por lo general, personas muy detallistas. Cada persona, objeto, textura, sombra, silueta, escenario o motivo, lo vuelven un sujeto de estudio. El ojo se educa y se entrena conforme se avanza en esta apasionada disciplina.

Viajar se vuelve más interesante y enriquecedor…

Así, la fotografía puede ser un buen pretexto para emprender un viaje, una excursión o simplemente una salida por la ciudad… conocer nuevos sitios o visitar algunos por segunda, tercera o enésima vez y descubrir —sin duda alguna— nuevos mundos a través de la cámara y contar nuevas y creativas historias visuales.



En los últimos años he podido abrirme y comprender la naturaleza cíclica de mi vida, construida sobre el dolor, el miedo, la conciencia del sufrimiento y una profunda sensación de propósito en todo lo que hago, dándome cuenta que las conexiones humanas, las relaciones, la intimidad y la sanación son las fuerzas mas poderosas que poseo y me encuentro fascinado y atraído por lo que representa todo esto en lo más profundo de mis experiencias personales de dolor y trauma, así como la curación posterior.

Una de las formas clave en que la fotografía me ha ayudado a aliviar la ansiedad que me genera mi trastorno es a través de la perspectiva. En el mundo de la fotografía, la perspectiva suele referirse al punto de vista de la cámara. La perspectiva también puede utilizarse para describir la relación entre los objetos de una imagen y estos con el observador, sin embargo, la perspectiva, en el lenguaje cotidiano también se refiere a “una forma particular de ver algo”. La perspectiva de un individuo se guía por su propia experiencia, por lo tanto, una persona que sufre de ansiedad suele ver el mundo a través de un prisma de ansiedad, pero, la belleza de la fotografía es que puede cambiar esa experiencia visual, lo que, a su vez, altera tu perspectiva visual.

Con un ojo en el visor, las prioridades pueden pasar del interior al exterior. Las energías se canalizan para descubrir y negociar los temas. La atención a la composición y a la exposición estimulan un alcance perceptible más allá de la incomodidad mental y el análisis visual sostenido distrae la mente, lo que puede aflojar las garras de la ansiedad, mejorando la perspectiva.

Cuando la ansiedad empieza a aparecer, tu primer instinto puede ser refugiarte en casa. Un poco de tiempo a solas puede ser terapéutico, pero la ansiedad puede incrementar el deseo de autoaislamiento que, a su vez, puede convertir la ansiedad en un circulo vicioso… cuando esto pase, no le creas a tu mente. Aprende a diferenciar la intuición de los pensamientos parásito que solo nublan tu paz interior. La mente esta mal equipada para disfrutar de los momentos de felicidad y el placer. A veces el enemigo esta dentro de nosotros mismos, así que, ¡atrévete a explorar, atrévete a salir!








Séptima parte.

La vida transcurre.

...delante de mi cámara… la vida transcurre en las calles, en el campo… hasta en mi recámara y no debería importar quién está frente a tu lente. Ya sea un niño, un anciano, una chica sexy o un mendigo; todos deberían ser iguales cuando se trata de fotografía. Claro que hay pedófilos, pervertidos y otras personas que se aprovechan de esas situaciones, pero yo soy neutral y trato de mostrar la vida tal como sucede ante a mi, sin importar —negativamente— quién esté frente a mi lente.

Hay gente que dice que no fotografía a los niños. Hay gente que dice que a los mendigos no les hace tomas. Algunas personas se preocupan por esas tomas, otras no. Es responsabilidad del fotógrafo decidir si quiere tomar esa foto o no. No debe ser la sociedad ni ningún “sentido común”. Si usted, como fotógrafo, cree que vale la pena apuntar su cámara hacia alguien, debe hacerlo. Hágalo con respeto y dignidad, de una manera que se ajuste al propósito y tal vez incluso pida permiso. Disparas para ti mismo y no para tu público. Disparas por el bien de la documentación de la vida en público. No lo olvides. Sé que no todos quieren mirar la tristeza de la vida. Me interesa la vida como un todo y también quiero documentarla como un todo. Por lo tanto, disparo a todos, desde niños hasta mendigos, desde ricos hasta pobres, desde jóvenes hasta viejos, desde buenos hasta malos. Normalmente trato de fotografiar las cosas que más me inspiran de mi país. Esto es lo que me interesa: las cosas que son únicas, conmovedoras, que me hacen pensar o también que pueden ser interesantes para otros. Esto es lo que debería impulsarte. Debería ser el hambre de documentar la variedad de la vida.



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