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Ruta del desierto...




Capitulo 1

Uso y aprovechamiento del desierto




Cuando pensamos en un desierto, la simple idea de el nos hace pensar de manera inevitablemente en la palabra escasez así como cuando pensamos que la selva nos evoca la idea de abundancia. Para cualquier ser vivo en el desierto el principal factor limitante para su subsistencia es el agua. Con poca agua, la vida también es poca. En estas regiones, las plantas son de tamaño reducido, los animales son relativamente escasos y la sobrevivencia se basa principalmente en la capacidad de adaptación a estas duras y difíciles condiciones del entorno.


Conseguir el alimento en el desierto resulta entonces, en un problema, pues este se encuentra muy disperso. Debido a esta característica de dispersión, el estilo de vida nómada en épocas anteriores a la nuestra, era una estrategia muy inteligente que les permitía a los seres vivos seguir la distribución y estacionalidad de las diferentes plantas de las que dependían los grupos de la región. En nuestra época, hablar de nomadismo nos hace pensar que comían lo que podían, lo que encontraban a su paso, pero así, sin una estrategia, no podría sobrevivir ninguna sociedad. La estrategia eco- lógica fue enfocar sus esfuerzos de recolección en plantas que se agruparan, no de aquellas que crecen de forma aislada. También se piensa que su principal fuente de alimento era la cacería, pero quien conoce el desierto sabe que vivir de la cacería es muy difícil y riesgoso, pues no siempre se tiene suerte para encontrar a los animales. Por lo anterior, la cultura del desierto se enfocó en 5 plantas principales: mezquite, nopal, yuca, maguey y granos de pastos. Sólo si se incluyen granos de pasto se explica la sobrevivencia. Todas estas plantas forman agrupaciones o conglomerados.


El movimiento nómada de estos pueblos estaba sincronizado con la maduración de los frutos y partes comestibles de estos grupos de plantas. Algunos elementos comestibles como el fruto de mezquite y los granos de pasto permitían la recolección y transportación para su almacenamiento. Se han encontrado vestigios de artefactos para molienda y se sabe que también horneaban algunos alimentos con la técnica de hoyo. Sobre todo en época de sequía la molienda de los frutos secos era muy importante. El mezquite se colectaba, pero se secaba para guardar para la época de sequía y se molía.


La tecnología más importante además de la recolección, era la molienda, pues de ella dependía gran porcentaje de su alimentación, del mezquite molido. Los frutos del tasajillo también se han encontrado en excavaciones así como escapos (kiotes) de maguey. La tuna era el manjar estacional que con más avidez buscaban. Núñez Cabeza de Vaca en 1530, menciona como los grupos cazadores recolectores se trasladaban en grandes peregrinaciones a áreas a veces muy remotas para aprovechar la temporada de tunas. Un nopal grande puede dar hasta mil tunas. Comían todo lo que podían en el lugar y también sabían hacer conservas, pues secaban la tuna para poderla transportar y llevar consigo. La yuca (pal- mito) fue también muy importante como materia prima. Muchos artefactos se hacen de fibra de yuca. Algo muy importante era el cordón de la fibra de yuca y lechuguilla, por que se hacían muchísimas cosas. No se han encontrado, sin embargo, evidencias que digan que se alimentaban de yuca, como hoy se consume la flor de esta planta. Otra planta muy importante en cuanto a la obtención de fibras era el sotol, para la elaboración de sandalias y otros tejidos. Se usaba igualmente el mimbre, para objetos como prendas de vestir y petates. Los antiguos pobladores conocían muy bien el territorio, cañadas, sierras, cuevas, valles, lugares donde encontrar agua, comida, recursos.


El nomadismo no era vagar sin rumbo, tenían una organización para cada movimiento, era un movimiento estacional, basado en el conocimiento de los recursos para alimentarse. Es una estrategia de movimiento pensando en la economía de energía y aprovechamiento de lo poco que había. Contrario a lo que comúnmente se piensa, los grupos recolectores sobreviven gracias a las plantas principalmente, no tanto de los animales. Los animales vienen a ser un complemento, pero la movilización se daba más bien en torno a los ciclos de las plantas. No era una depredación del medio ambiente, sino que había una profunda conexión con los ciclos naturales que les permitía subsistir sin impactar significativamente en los recursos de los cuales dependían. La movilidad, el nomadismo, permitía aprovechar los recursos de un lugar y dar tiempo a su recuperación para volver en la siguiente temporada. Fueron tan exitosos en el aprovecha miento de los recursos que les permitió permanecer en este entorno por casi 10,000 años sin agotar sus recursos.


Algo que llama la atención es que en Cuatro Ciénegas, a pesar de ser un ambiente con abundancia de peces, no se han encontrado restos de pescado en los sitios arqueológicos. En la Laguna de Mayrán hay muchas evidencias de pesca continua, restos de pescado y nazas, pero no es el caso de la región de Cuatro Ciénegas.


Como la mayoría de las culturas del mundo, la cultura del desierto era una cultura patriarcal. Había una división del trabajo entre hombres y mujeres. La cacería, por ejemplo, era realizada por hombres, ya que estaba vedada para las mujeres. La sobrevivencia en el desierto, sin embargo, dependía mucho del trabajo de recolección de las mujeres, no sólo de la cacería de los hombres. Cuando un hombre cazaba un venado era una gran hazaña, pero no era un evento muy común. Las mujeres, en cambio, mantenían todo el año a la familia con la recolección, transportación y transformación de semillas, raíces y plantas. En la iconografía y en la historia no se les ha dado a las mujeres el reconocimiento que merecen por su importante papel en la cultura del desierto.


La sobrevivencia en el desierto es complicada, por eso no se coloniza el norte de México con facilidad. Primero por la dificultad del entorno, la escasez de agua y alimentos, la dificultad para hacer agricultura y además, la fiera resistencia de los indígenas y la tenaz lucha por el territorio. En el desierto los recursos se defienden a toda costa, pues de ellos depende la sobrevivencia. Por estas razones la conquista de los aztecas no llega hasta Aridoamérica y los españoles tardan casi 300 años en conquistarla.



Vida ritual.


Los hombres tenían a su cargo el conocimiento ritual, depositado en los chamanes. Las expresiones rituales más conocidas son las pinturas rupestres. Estos sitios tienen poco que ver con la subsistencia. Son una expresión artística de contacto con las deidades que se supone se hacían bajo la influencia de plantas sagradas como el peyote y en eventos especiales.


El significado de las pinturas rupestres no se ha podido descifrar. Se componen de líneas abstractas, geométricas que si tienen algún sentido, aún no se ha descubierto.


No son figuras realistas, de representación de su entorno como sucede en otros casos del mundo. En 90% de los casos de las encontradas en la región no hay animales o humanos representados. Un elemento a considerar es que en Europa las pinturas rupestres más antiguas eran representaciones de la vida cotidiana, cazando o realizando otras actividades, pero posteriormente fueron cambiando a figuras abstractas. Esto nos hace pensar que tal vez los pobladores que llegaron a estos parajes ya habían pasado por esa etapa de expresión.


Se tiene la hipótesis de que había un culto al venado, ya que era un elemento muy utilizado en los sitios mortuorios. Además hay una descripción de los antiguos misioneros (Padre Pérez de Rivas) que en la parte de Mayrán las astas de venado eran símbolo de adoración y muy usadas para ahuyentar las enfermedades rodeando a los enfermos con cabezas de este animal.


Hay vestigios e indicios que señalan una asociación tradicional del peyote con el venado, y sabemos que el peyote era para uso ceremonial. Se cree que los rituales son muy antiguos, y que ya los practicaban cuando llegaron a Cuatro Ciénegas.


También rendían culto a la serpiente de cascabel, porque no sólo se usaba como adorno, sino que tenían un significado simbólico. Se han encontrado collares de vértebras de serpiente de cascabel y se piensa que sólo los chamanes los portaban. Para muchas culturas la serpiente es muy importante. En los petrograbados de Monclova y Ramos Arizpe se ven serpientes que representaban con símbolos celestes. Una teoría es que las serpientes tienen relación con la tierra y con las profundidades de la tierra, que para muchas culturas es el inframundo en varios niveles, relacionado principalmente con los muertos.


Los señores de la guerra.


El Guerrero chichimeca del México del siglo XVI era un luchador formidable uno de los que más tercamente resistieron la invasión española en el continente americano. Su modo de vida, la agreste topografía de sus tierras, su primitiva organización social y políticas; sus creencias religiosas y sobre todo su terrible fiereza y práctica en la guerra de súbitos ataques, hizo para los conquistadores una pesadilla de cientos de años.


El hábil dominio de los instrumentos de guerra, para los chichimecas empezaba desde su niñez; apenas caminaban y ya los niños tenían arcos y flechas con los cuales practicaban tirando a insectos y a otros pequeños animales. Ya más grandes acompañaban a los adultos a la cacería menor y así aprendían a identificar madrigueras, a colocar cebos y afinar la puntería. Estas prácticas desarrollaban sus sentidos y a la habilidad para desplazarse sigilosamente y con extrema rapidez.


El tiro certero del chichimeca provocó temor y respeto entre los colonizadores. Un ejemplo de esto, es el relato de un español que vio cuando arrojada una naranja a las alturas, le tiraron tantas flechas que la suspendieron tiempo en el aire y que cuando calló, estaba hecha pequeñísimos pedazos. Sus flechas daban cuenta de grandes animales como caballos, mulas y reses; hasta veloces liebres y escurridizos ratones.


La fuerza y poder de penetración del arco chichimeca causó asombro entre los españoles. El arco chichimeca era de dos tercios de largo de un cuerpo mediano de la cabeza a la rodilla, utilizaban diferentes materiales para su elaboración entre ellos, mimbre, mezquite, o junípero. Las flechas eran habitualmente delgadas, de caña y con puntas de sílex, sujetas con tendones humanos y de animal, y en la parte posterior ranuras y plumas. Algunas flechas eran de punta agudizada y tostada. En todo el gran chichimeca se utilizó el carcaj elaborado de cuero de venado, en forma de cilindro y colgado a la espalda.


Los guerreros llevaban cuatro o cinco flechas en su mano para mayor rapidez en sus tiros y dar protección a su propio cuerpo. Algunas tribus chichimecas utilizaron también hachas de sílice, jabalinas y cuchillos de piedra.


Con respecto a sus tácticas de guerra, su favorita fue la emboscada, favorecida ésta por el perfecto conocimiento del terreno y su gran habilidad para moverse en abruptas y espinosas serranías. Para los ataques de emboscada o saqueos, preferían el alba o el crepúsculo, atacando desde corta distancia con gran velocidad, acompañando el ataque con horrorosos gritos que paralizaban al enemigo mientras arrojaban sobre ellos una lluvia de flechas.


En el combate cuerpo a cuerpo el chichimeca ganó reputación por su gran valor y ferocidad, algunos autores atribuyen esto, a que acostumbraban tomar bebidas alcohólicas y drogas antes de entrar en combate. El guerrero chichimeca soltaba más rápido sus flechas que el español manipular sus arcabuz o ballesta, y al planear las emboscadas, dejaban arsenales de armas en escondites estratégicos. Sumado todo esto, al efecto psicológico que causaba a los españoles el conocimiento de los macabros escarmientos e inimaginables torturas que aplicaban a los prisioneros, inhibían las fundaciones y en muchas ocasiones se rehuía el enfrentamiento.


De esta naturaleza fueron los tobosos que habitaron el valle, las laderas y serranías de Cuatro Ciénegas. Su caracterización cultural y forma de vida, fueron producto de una mezcla de factores y circunstancias del tiempo y del ambiente. De esta manera se explica como un conjunto disperso de aguerridos cazadores, dispuestos a defender sus dominios prácticamente hasta el exterminio, puso en tela de juicio el periodo de una arrogante potencia europea de siglo XVI. Más sin embargo, comparto la idea del gran historiador don Guillermo Porras Muñoz: [...] prescindimos de enjuiciar la obra de colonización y cristianización de España en América, en primer lugar, porque descendemos de quienes vinieron aquí a realizarla, y si la crítica a veces peca contra la justicia, la que va contra los de la misma sangre se opone también a la caridad. Preferimos que nuestros antepasados descansen en paz y que las glorias que en vida recogieron al contribuir con su esfuerzo, su fortuna y su vida al desarrollo de las provincias tan lejanas del suelo natal, y no sirvan de obstáculos para que hayan recibido desde antaño su merecida recompensa.




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