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La última patrulla...



Capitulo único




Explicar la muerte puede resultar imposible o casi imposible. Pero sí le podemos dar un sentido, si éste se apoya en la esperanza que asoma en el momento en que el hombre le da trascendencia a la muerte; la misma, como hecho social, comienza cuando aquél entierra a sus muertos.


La relación entre la vida y la muerte es única, irrepetible, personal e íntima. Aristóteles decía que "los muertos tienen vida, y que la vida de los muertos está en la memoria de los vivos".


La experiencia me lleva a decir que pocas veces en la práctica socorrista tenemos la posibilidad de salvar una vida de manera tan impactante como cuando realizamos un esfuerzo de reanimación cardiopulmonar. El paro cardiorespiratorio es quizás el momento emocional y dramático más intenso de la vida de la persona que intenta recuperar el corazón de otra… los acontecimientos ocurren a gran velocidad y exigen una respuesta inmediata y precisa.


Así, la preocupación por la vida en la emergencia determinó la necesidad de un enfoque sistemático y racional... Las técnicas de reanimación brindan las bases para ofrecer el mejor cuidado posible en situaciones que generan tanta tensión en el rescatador que a menudo altera su capacidad para actuar, en una proporción inversa a su grado de preparación y experiencia, sorprendiéndolo en una disciplina que creía dominar.


El entrenamiento en estas técnicas constituye un reto por la alta densidad de información provista en poco tiempo que involucra una colección de habilidades cognoscitivas y psicomotoras aprendidas en simulaciones de la vida real.


El soporte vital avanzado es para toda la gente..., para el niño sonriente que insiste en correr con un juguete en la boca..., para la joven mujer embarazada que no puede respirar por una complicación de su valvulopatía reumática,...para la fibrilación ventricular del joven ejecutivo que olvidó abrazar a su hijo esa mañana,...para el accidente vasculoencefálico de esa abuela inmigrante cuya familia llena la sala de espera.


Usted, sea quien sea o haga lo que haga, puede ser en una situación límite el primer y primordial eslabón de la cadena de sobre vida que aumente la esperanza de vida de una persona y recoja el agradecimiento de sus seres queridos.


Es cierto, la mayoría de las veces usted no salvará a nadie; la mayor parte de sus esfuerzos fracasarán; otros tantos recuperarán sus corazones pero no las mentes, pero a veces, sólo unas cuantas veces, podrá salvar vidas.


El contenido de estas recomendaciones es para usted si está dispuesto a hacer el esfuerzo y le dedica tiempo para luego dárselo al prójimo, por medio de nuestra Institución. Sólo necesito su tiempo, sus manos, sus pulmones, su cerebro, su buena voluntad y por supuesto su corazón.


Hoy vivimos a gran velocidad, con vértigo, con audacia y con temor a veces u otras sin él, en un mundo que no tiene límites, y donde el tiempo de reflexión es casi nulo. Convivimos con una sociedad que todo lo mide, (todo lo que no puede medirse no puede ser valorado), dicen unos; o...... - lo que no puede medirse no existe - dicen otros), se podría pensar por lo tanto que todo tiene un valor económico, o dicho de otra manera, un "precio". Y tal vez siguiendo esta línea de pensamiento es razonable que se le ponga un valor a la muerte. Pero ¿quién le pone precio a la vida?, o..... ¿Es tan grande su valor que el precio es inmensurable? o..... ¿Es que no tiene precio?. En nuestro econométrico-sistema ¿cuál es la medida que le damos a la acción de un socorrista que salva la vida de un niño que ha caído en un pozo profundo, o la de un paramédico que acciona un desfibrilador automático y desfibrila a ese famoso y querido político que tiene un paro cardiorespiratorio frente a millones de personas en un debate televisivo, o la de ese policía que fuera de servicio intenta salvar la vida con medidas básicas de sostén de esa princesa que se ha estrellado con su auto en una autopista europea.


En nuestro mundo de hoy, ya en el tercer milenio y en una sociedad donde a menudo se menosprecia la vida de muchos, hay quienes se reconcilian diariamente con la vida cuidando enfermos, saliendo en la madrugada a gran velocidad a socorrer un accidentado, a darle una palabra de aliento al moribundo, atendiendo enfermedades infectocontagiosas, de las cuales mucho se dice pero que habitualmente sólo se ven a través de una pantalla de televisión, y en el mejor de los casos a través de un vidrio, en resumen, hay gente que todavía se "juega" la vida en función del otro, muchas veces, la mayoría de las veces, sin pedir nada a cambio.

Indio.




Un senderista perdido en el cerro de la Gloria a mitad del invierno.


Dos días y sus noches luchando por salir de allí.


¿Cuántas horas de frío helado y doloroso viento puede resistir tu cuerpo?


Primero fue el viento. Golpeaba con fuerza a José Luis mientras se preparaba para bajar desde lo alto de la cima del cerro de la gloria por una de las tres áreas fáciles en las montañas Coahuila. Había sido un lindo domingo a mediados del invierno, pero luego la nieve comenzó a caer rápido y con fuerza. Al mediodía, este estudiante mexicano que recién había estado de intercambio en España, y que en aquel momento tenía 39 años, apenas podía ver más allá de tres metros de distancia.


Solo otros tres caminantes estaban aún arriba ese 1º de febrero de 2015. Pero no los conocía y se mostraba reacio a pedirles ayuda. Además, tenía 15 años de experiencia en terrenos de este tipo. En realidad, lo único que tenía que hacer era emprender el descenso hasta la base, tal como lo había hecho antes. En ese momento su teléfono celular aún tenían algo de batería y contaba con un litro de agua y una naranja en su mochila que le había quedado del almuerzo. Por otro lado, al haber crecido en las llanuras centrales del estado de Coahuila, estaba acostumbrado a soportar tormentas de nieve, ásperos vientos y bajas temperaturas.


“Seguí las veredas de siempre”, se decía a sí mismo, mientras miraba las siluetas apenas visibles entre la tormenta. Seguramente terminarían en algún punto cerca del ejido el oro, ya que se había construido para conducir a las personas desde distintos puntos de las montañas hasta la carretera. Ajustó las correas de su mochila, clavó los bastones y comenzó a avanzar. “Me llevará unas 3 horas, máximo”, pensó.


La noche anterior, José Luis, que solo hacía una semana que estaba en Monclova, sentía tanta emoción por subir de nuevo al cerro de la gloria que apenas había podido dormir. Descansó de forma entrecortada en su el interior de su sleeping. Ya tenía el equipo preparado.


“Tengo que salir temprano”, pensó, mientras miraba una vez más los horarios de las corridas de autobuses que lo dejarían en el ejido el oro. Tardaría hora y media desde la central de autobuses, que se encuentra a poco más de 10 kilómetro al norte de la principal cadena montañosa de la zona.

Una vez en el autobús, buscó su celular para escribirle su padre. José Perez le había trasmitido su amor por la vida al aire libre a José Luis y a su hermano mayor, Mauro. Se sentía muy orgulloso a medida que avanzaban en las distintas categorías de los Scouts de México, en el grupo 20 de Monclova. Los chicos habían pasado muchos fines de semana en la naturaleza para aprender métodos de supervivencia.


“¡Que lo pases muy bien!”, le dijo José Perez “padre”. “Luego me cuentas”.


“¡Claro!”, respondió José Luis.


Ya se acercaba el mediodía, y José Luis no había tenido la oportunidad de volver a llamar. Apenas pudo responder un alegre “¡Bip!” cuando su madre, Nohemí, le envió un mensaje por Facebook en el que le preguntaba si ya estaba iniciando el ascenso. “Tendré tiempo cuando esté en el tren”, pensó. Pero no había previsto esta tremenda tormenta.


En mitad de la montaña y golpeado por la nieve, José Luis no podía predecir cuándo podría volver a hablar con sus padres.


Avanzaba con mucha cautela en su descenso por la montaña, mirando constantemente a su alrededor para asegurarse de que las veredas siguieran ahí. La nieve se acumulaba rápidamente, golpeaba en su cara y le dificultaba cada vez más ver a su alrededor. Cada segundo era más intensa.


De pronto, advirtió que las veredas habían desaparecido. “Tal vez estaba siguiendo el camino equivocado”, pensó José Luis. Pero no entró en pánico. Resistió la necesidad de llamar a emergencias, reacio a causar molestias. “Sigue descendiendo”, se repetía. “Abajo” significaba bebida caliente, comida y un autobús de vuelta a la ciudad. Al mirar atrás, todo lo que podía ver era un inmenso vacío blanco.


Ya habían pasado dos horas desde el comienzo de la tormenta. Pensó en el espeso bosque que lo rodeaba y concluyó que la única posibilidad era atravesar un barranco que parecía poco profundo y grande. A través de él discurría un arroyo que burbujeaba en aquellos sectores donde no estaba ahogado por montones de nieve. Allí podría llenar su botella de agua. Unos minutos más tarde, el barranco se estrechó repentinamente, con empinadas pendientes a ambos lados. “Sigue descendiendo·. Seguramente el pueblo estaba cerca. Doblaría en la siguiente esquina y se lo encontraría, con sus brillantes luces.


Pero no estaba ni allí, ni en la siguiente esquina. En cambio, José Luis se encontró en una especie de meseta en el barranco, en medio de la copiosa nieve que ya llegaba a sus rodillas. Esto ahora era más bien, senderismo con esquíes, lamentablemente no contaba con ellos. Sería una tarea extenuante. ¿Lo lograría?


Buscó su celular pero no tenía señal. Aunque sí mostraba la hora: eran las 4 de la tarde. Habían pasado al menos 90 minutos desde que José Luis se había dispuesto a caminar por el barranco. Y habían pasado ya cuatro horas desde el comienzo de la tormenta de nieve. Aunque el temporal había menguado, la luz de la tarde ya se había ido.


Repentinamente, el curso del arroyo cambió. Ahora le bloqueaba el paso. Sabía que no tenía más alternativa que cruzarlo, del modo que fuera. Resignado se metió en el. El agua que escurría en esas fechas, tocó sus tobillos y empapó sus pantalones. Afortunadamente, no era lo suficientemente profundo como para que el agua se metiera dentro de sus botas, que le llegaban hasta los tobillos. José Luis se envolvió con sus propios brazos mientras el intenso frío golpeaba su cuerpo. “Por suerte tengo varias capas de ropa térmica”, pensó.


Seguir descendiendo era mucho más urgente ahora. Tenía que continuar moviéndose, sino… bueno, se negaba a dejar que su mente pensara en eso.


A las 5 de la tarde, ya era de noche. José Luis continuó su camino e intentó mantenerse optimista. Cerca de las 8 de la noche, se preguntó a qué hora habría partido en el último autobús que va a Monclova. A las 9, aunque no quería admitirlo, José Luis sabía que tendría que pasar la noche en ese barranco. Luego lo invadió un pensamiento aterrador: “nadie sabe que estoy perdido”.


“Sigue descendiendo”. Y eso fue lo que hizo, con las piernas doloridas y golpeadas por el constante roce de las botas, hasta que el sol comenzó a perforar las espesas filas de abetos que bordeaban el barranco la mañana siguiente. Eran cerca de las 9 de la mañana. José Luis levantó el rostro para sentir el calor del sol y se dio cuenta de que, después de cerca de 20 horas caminando, tenía que dormir si quería sobrevivir. Agotado, se apoyó en un árbol y se dispuso a echar una siesta.


En Monclova, su padre estaba preocupado. Había enviado algunas fotos a su hijo, pero no había recibido respuesta. José Luis tampoco había llamado. Probablemente esté dormido. Lo intentaré de nuevo mañana, pensó.


Sin saberlo, su hijo estaba despertándose al lado de un árbol, helado y rígido tras un intermitente descanso de dos horas. Mark quitó el hielo ya sólido de sus guantes de cuero. Se sentía agradecido de conocer algunos secretos de la vida al aire libre y de las capas de ropa térmica que llevaba puestas que habían logrado aislarlo de ese frío tan extremo.


Se colocó el equipo, tomó los bastones y comenzó a avanzar, pero se hundió en un montículo y la nieve le llegó hasta el pecho. “No hay otra”, pensó. “¡Vamos!”


Silenciosamente se decía a sí mismo cómo llevar a cabo esta difícil tarea. “Levanta la pierna lo suficientemente alto para dejar a un lado la nieve. Lleva el pie hacia delante. Si la punta se atasca, inclina el cuerpo para levantarlo. Repite con la otra pierna”.


Mientras José Luis intentaba realizar esta maniobra, comenzó a escuchar un estruendoso murmullo a medida que grandes bolas de nieve caían de los árboles. De repente le asaltó el miedo.


Pensó inmediatamente en sus padres. Su padre seguramente ya estaría preocupado por él, al igual que su madre, con quien tenía una relación muy cercana. Pensó en su hermano, Mauro.


Tenía que sobrevivir.


“Sigue descendiendo”.


Hacia el mediodía, José Luis evaluó la zona y estimó que solo había avanzado unos 300 metros. Todo lo que había a su alrededor eran árboles, altas laderas, nieve y el arroyo que estaba siguiendo. Luego el arroyo volvió a cambiar su curso y a bloquearle el paso. Tuvo que volver a cruzarlo. En esta parte el agua parecía poco profunda, corría a gran velocidad sobre las rocas y rodaba hasta terminar dentro de una especie de remanso.


Con un bastón en cada mano, José Luis se deslizó cuidadosamente por las resbaladizas piedras. Dio un paso tentativo dentro de la pileta. El lecho del arroyo se hundía precipitadamente. De repente, el agua le llegaba al pecho.


“¡Ni hablar!”, gritó, con los esquíes por encima de su cabeza mientras luchaba por llegar a la otra orilla. “¡De ninguna manera voy a morirme!”


El teléfono celular quedo empapado y sus botas llenas de agua.


Intentó escurrir la chaqueta y los pantalones, pero sabía que era importante seguir moviéndose. Su ropa, hecha de lana y poliéster, se secaba rápidamente y hacía desaparecer la humedad.


Tras casi 24 horas de esfuerzo, los músculos le ardían, pero él continuaba avanzando, esta vez llevando los bastones sobre sus hombros, ya que las manos estaban congeladas.


Dos horas después, Mark miró delante y se quedó inmóvil. El arroyo se convertía en una catarata que caía más de 15 metros. “Camina alrededor para llegar al otro lado del arroyo”.


Lenta y dolorosamente, José Luis escaló la ladera, sujetando un bastón en cada mano. Con cada paso, se le hundían las botas, una mezcla de nieve, tierra y musgo. Con la punta se abría paso.


Tardó dos agotadoras horas hasta que la pared de roca se elevó y se transformó en una especie de cima. Para entonces eran cerca de las 3 de la tarde. Se sentía bien, casi victorioso. Seguramente muy pronto se toparía con el pueblo.


A las 4, el avance que había logrado a lo largo del arroyo se vio bloqueado por otra catarata, esta vez la caída era de unos siete metros. “Debo caminar por el lateral”, pensó. Comenzó a atravesar la pendiente, descendiendo cuidadosamente en paralelo, inclinando las rodillas y saltando para girar ligeramente en sentido opuesto.


Una vez. Dos veces.


De pronto, tropezó y cayó cinco metros. Aterrizó con fuerza sobre la espalda, su cabeza golpeó el hielo y sus rodillas chocaron con su rostro. Durante un momento se quedó quieto, por miedo a no poder moverse. Cualquier cosa rota sería su fin. Pero cuando se sentó, se dio cuenta de que estaba bien. Su botella de agua, anteojos y mochila habían aterrizado cerca. Recogió todo y volvió a comenzar.


Continuó la dura caminata ya de noche. A las 11, no pudo seguir avanzando. Gracias a su entrenamiento como Scout, cavó un agujero en la nieve: si lograba meterse ahí, recordó, podría mantenerse a salvo de la hipotermia. Se zambulló en el agujero. Mientras dormitaba pensaba: “Seguramente alguien ya está buscándome”.


El lunes por la noche, como no habían tenido noticias de su hijo, José Perez y Nohemí, se pusieron en marcha en Monclova. José Luis aún estaba en algún lugar de la montaña.


Cuando José Luis se despertó ese martes, su tercer día en la montaña, el agujero en la nieve había funcionado. Tenía frío, pero podía mover los dedos de manos y pies. Su ánimo, sin embargo, estaba comenzando a flaquear.


“Sigue descendiendo”.


Era como una carrera de 150 metros a cámara lenta, con la mirada controlando el suelo. Y luego, el inconfundible sonido de perros y ladridos. Miró hacia arriba con la esperanza de encontrar la silueta de un refugio en una montaña cercana. Pero vio una calle, por donde pasaban autos, a unos 100 metros.


“¡Ayuda! ”, gritó José Luis. Nadie se detuvo. “¡Vamos, por favor!”, aulló frustrado. Podía sentir cómo su determinación, eso que lo había mantenido con vida todo este tiempo, estaba abandonando su cuerpo. Desplomado en el suelo, lo único que podía hacer era gritar pidiendo auxilio. Pasó una hora, luego dos, luego tres.


“¡Estoy aquí!”.


Cuatro horas después, cuatro caminantes lo escucharon. Rápidamente avisaron a las autoridades locales que se dirigieron al lugar. Se envió un helicóptero y, con ayuda del arnés, pudieron sacar a José Luis del lugar junto a un policía que lo acompañaba. José Luis fue trasladado al hospital. Si hubiera podido pensar con claridad, se hubiera reído. Se había derrumbado a solo 150 metros de la carretera.

Sus padres y hermano recibieron la noticia del rescate el martes y cuando llegaron, ya estaban dándole el alta del hospital. Excepto por algunos golpes y congelación leve en los dedos de la mano, José Luis estaba bien.


Mientras lo abrazaban con fuerza, José Luis se puso a la defensiva: “Papá, no hice nada mal”, dijo. “No intenté camina fuera de las veredas”.


Su familia rió. “José Luis, hiciste todo perfectamente bien”, respondió José Perez. “Has logrado sobrevivir”.



Las estadísticas son claras: Una excursión de senderismo por montaña es la actividad que provoca mas intervenciones de los servicios de socorro, provocando más defunciones que el alpinismo.


La llegada masiva de nuevos practicantes poco conscientes de los peligros, no lo explica todo. Siempre hay un gran número de accidentes por falta de información y de formación, y fundamentalmente, por falta de conciencia de los peligros propios de esta actividad.


Desde hace veinte años, el aprendizaje y la prevención de riesgos ha evolucionado mucho en escalada, alpinismo, y más recientemente, en vía ferrata. Sin embargo, el senderismo queda fuera de este aprendizaje, a pesar del fuerte aumento de su práctica. “Es en el ámbito del senderismo, donde muchas personas no realizan formación, ya que no hay una toma de conciencia clara entre los practicantes, de la necesidad de saber leer un mapa, conocer las condiciones de la nieve, técnicas de encordamiento, etc”. Puesto que el senderismo es una actividad de fácil acceso, se practica masivamente de manera individual y descontrolada, escapando a toda posible regulación. “Los factores de los accidentes son múltiples y complejos”. Pero recomiendan un esfuerzo de información hacia los senderistas en montaña, por encima de una reglamentación, que sería una contradicción con la libertad de movimientos que se desea encontrar en la montaña.


En los últimos cuatro años, me he percatado que en los lugares más frecuentados por senderistas, no existen paneles informativos y los paneles o señalizaciones, que existían y que indicaban de dichos riesgos, han desaparecido. Igualmente, las indicaciones en las últimas cartas del Instituo Geográfico han sido suprimidas. Esta situación da lugar a una libre interpretación de la seguridad, que depende fundamentalmente de quien practica montañismo y de nuestro patrimonio. De hecho, un gran número de itinerarios están amenazados, con frecuencia los más bellos e interesantes, desprovistos de su carga cultural y de tradición de más de un siglo, cuando se exploraba la montaña con el simple afán de aventura.


Indicar en un panel un paso escarpado sin otra indicación constituye una incitación. Produce temblor imaginarse a familias o personas sin experiencia colgadas de cables o en equilibrio sobre una repisa en medio de una pared. Uno se pregunta siempre, por qué los ayuntamientos o las autoridades no ponen paneles indicando claramente los posibles riesgos y recomendaciones. Este fenómeno es especialmente sensible en un lugar como el cerro de la gloria en Monclova, Coahuila: sus cornisas o fajas, sus travesías, que constituyen parte de su personalidad, están hoy reservadas a una transmisión boca a boca, casi confidencial.


El miedo a la responsabilidad penal por parte de las autoridades locales es infundado. “La búsqueda de posibles responsabilidades tiene un efecto dañino para el turismo en un lugar como lo es el cerro de la gloria, ya que no hay ningún caso de actuaciones contra las personas que se accidentan realizando actividades en materia de senderismo estival. Las actuaciones en estos términos conciernen a los accidentes en invierno, y siempre van dirigidas contra los acompañantes profesionales como lo son jefes scouts, o responsables de grupos de amigos, como consecuencia de errores de actuación”. Pero el simple hecho de ser interrogados por policías encargados de realizar las pesquisas siembra el pánico.


Quedan muchas cosas por hacer.....Entre las preocupaciones sobre seguridad, jurídicas, ecológicas, técnicas y fundamentalmente, financieras, los amantes de la montaña no saben a que atenerse.


Los accidentes tienen causas múltiples e inesperadas...


La mayor parte de las intervenciones son debidas a falta de atención y a una cierta despreocupación en senderos fáciles. No hay que olvidar que un terreno escarpado tiene, lógicamente, riesgos, y da lugar a la mayor parte de los accidentes mortales. Las consideraciones que siguen son su fundamento:


1. El primero de los “malos hábitos” es la dramática confusión entre dificultad y exposición al peligro, que tienen el 99% de los senderistas: “esto no es muy difícil, entonces no es peligroso. Puedo hacerlo y llevar a mis amigos o a los niños”. Un itinerario, aunque sea escarpado, no tiene por que ser difícil técnicamente, pues entonces sería escalada. La escalada es una actividad muy técnica, pero finalmente poco peligrosa, salvo en ciertas vías con roca inestable o en elevada altitud. Se puede decir que con los métodos de seguro modernos, una escalada difícil y abrupta comporta menos riesgos, puesto que la caída (prevista y aceptada) está perfectamente asegurada y exenta de golpes. Hay que destacar que los dos tercios de los accidentes de alpinismo ocurren también en los recorridos catalogados como fáciles y poco difíciles. En ningún momento podemos dejar de prestar atención a los gradas o fajas herbosas inclinadas hacia el vacío.


2. El segundo de los malos hábitos es la confusión entre necesidad de asegurarse y la ayuda a la progresión por algunos elementos in situ. Un ejemplo: los famosos “cables” (¡en ocasiones viejas cuerdas fijas!), situadas para asegurar un paso, no tienen otro efecto que el de incitar a las personas a introducirse en pasos arriesgados, creyendo que no necesitan encordarse o asegurarse. Nos encontramos, por tanto, en una situación surrealista: personas que no poseen una técnica básica en escalada se encuentran sin ningún seguro en un paso, que mal afrontado, se convierte en IV+......Tras este análisis, Georges Elzére apunta “que sería más seguro retirar los cables y no dejar más que los spits o anclajes, lo que obligaría a asegurarse. Para otros, entre ellos algunos responsables de los ayuntamientos, preferirían transformar este tipo de pasos en verdaderas vías ferratas, aunque, como destaca Alain Rougier, guía y encargado de las actividades de aire libre, “la montaña morirá a fuerza de ser ordenada”.


3. El conocimiento del material y de su utilización es muy superficial. Muchos senderistas o montañeros añaden cierto esnobismo al no llevar cuerda “por que no es un itinerario difícil”, pero raramente saben utilizarla. Nunca se lleva un arnés, mosquetones o descensores.


4. Muchos senderistas se conforman con el mapa o se confían a una baliza o un panel informativo. Pero ninguno de estos elementos proporcionan detalles sobre posibles peligros, ni sobre el material que podemos necesitar. Desgraciadamente, las topoguías utilizan muchas veces un sistema de acotaciones superficiales (por ejemplo de 1 a 3), que manifiesta esa famosa confusión entre dificultad y exposición. En escalada, las acotaciones sirven únicamente para precisar la dificultad. Los peligros concretos (rocas en mala condición, etc) y el material son objeto de un comentario detallado. Definir un itinerario de senderismo deportivo se revela insuficiente y puede ser peligroso.


Algunos responsables de comunidades, ayuntamientos o parques proclaman hoy la necesidad de un mapa, tras consultar con los editores, donde se mencionen de una manera mas profunda la naturaleza de los peligros, que pueden afectar a senderistas o practicantes de montañismo, con consejos sobre el material necesario, etc. Es bueno, además, verificar la actualización de las topo-guías, pues algunos editores poco escrupulosos reeditan sin modificaciones algunas ediciones de hace treinta años.


5. El error en el itinerario, consecuencia de la utilización del mapa ( o del instinto) es responsable de muchas intervenciones de los servicios de socorro. En terreno escarpado difícilmente se encontrará la forma de rodear un paso con un mapa. Personalmente asistí a la caída mortal de un joven montañero, al confundir su grupo uno de los pasos y aventurarse por una barrera rocosa. Se encontraban desviados 100 metros a la izquierda, debido a una mala lectura del mapa.


Se puede argumentar que, generalmente, estos pasos están señalados. Pero es preciso saber donde encontrar esas marcas, que cualquier topo-guía solo menciona. La redacción de los autores de topo-guías se complica hoy con el borrado de las marcas.


"Cada salida a la montaña debería ser una aventura controlada. En cada accidente se constata la realidad de una práctica inconsciente.


6. Se puede añadir a la lista negra de peligros la presencia ocasional de la nieve, que nunca detiene a quienes están empeñados en alcanzar su objetivo a toda costa. Aquí se añaden peligros propios del alpinismo. "En montaña, el riego cero no existe y nadie está a salvo de un error o de la fatalidad". Sin embargo, " la mayor parte de los senderistas no saben marchar sobre la nieve, ni realizar auto detención en un deslizamiento". Añadiría que muchos no saben estimar el estado de la nieve en la montaña, no se informan y no tienen el material necesario. Ni siquiera imaginan las utilidades de un piolet...


Los senderistas, al igual que los alpinistas, tienen necesidad de realizar un esfuerzo de formación e información necesarios para reducir los riesgos al mínimo posible, de tal manera que no se pueda reprochar a los políticos, que ordenan el territorio excepcional que ellos gestionan al nivel de la llanura.


Si quieres prepararte en Primeros Auxilios para prevenir accidentes en montaña, escalada y lugares remotos, debes considerar, en primer lugar, que para estos escenarios existen recomendaciones y protocolos basados en evidencia científica, que son específicos para brindar Primeros Auxilios en estas áreas. Del mismo modo, existen centros de estudio y de investigación y publicaciones a las que puedes acudir, si estás interesado en profundizar en estos temas.


La atención prehospitalaria (aquella primera atención que se da, antes de llegar a un Centro Hospitalario) es distinta en montaña y lugares remotos, a como es en un contexto urbano. Las bases son las mismas, pero en montaña y lugares remotos cambian los escenarios, cambian los elementos con los cuáles disponemos para trabajar, cambian significativamente las distancias y tiempos de aproximación al Centro Hospitalario, etc. Es decir, no contamos con los mismos recursos. Por ejemplo ¿Cómo inmovilizar con elementos disponibles en terreno?


Junto con lo anterior, es importante al estudiar estos temas, diferenciar la Medicina de Montaña propiamente tal de otros asuntos, en la misma especialidad. Por ejemplo la Fisiología de Altura, que es parte integral de la Medicina de Montaña, aunque, no son exactamente lo mismo.


Para prepararte en Primeros Auxilios y prevenir accidentes en montaña, escalada y lugares remotos, es necesario que indagues información específica al tipo de actividad que vas a realizar. Como por ejemplo, bajas temperaturas, altura, lesiones comunes en escalada, etc.


Busca información, investiga, pregunta. No te conformes con cualquier dato. No creas cualquier cosa que te digan, ni creas a primera vista cualquier información. No todas las fuentes son confiables. Investiga, cuestiona, mantén un pensamiento crítico. Indaga datos de primera fuente, derivados de organizaciones confiables y validadas en la comunidad científica internacional. Y al tomar formación, que aquella sea con profesionales de salud calificados. Al brindar Primeros Auxilios en montaña, escalada y lugares remotos, estás asumiendo una gran responsabilidad con tu cordada.


Tanto los aficionados a la aventura y la excursión, como aquellos profesionales del montañismo y del esquí, o los que deben servir por su trabajo en zonas agrestes, se enfrentan a los riesgos derivados de que esa práctica se realice en lugares de difícil acceso, lejos de núcleos urbanos, donde una emergencia médica puede convertirse en una tragedia.


Por desgracia, la mayoría de las veces existe una falta de conocimientos y habilidades para manejar estas situaciones. Esta adecuada preparación puede llegar a representar la diferencia entre la vida y la muerte, o entre secuelas discapacitantes de por vida y recuperaciones exitosas.

Por todo ello, en lugares remotos, lejos de los servicios de emergencias, el pronóstico del herido dependerá de los conocimientos y habilidades de la persona más cercana.






Primeros Auxilios.

Definición: Son las atenciones, cuidados o medidas suministradas por cualquier persona a aquellos que han sufrido un accidente o trastorno agudo en el mismo sitio en que esto ocurre y mientras se esperan los servicios médico regulares.


La necesidad de que mayoría de las personas conozcan primeros auxilios está justificada principalmente por la gran cantidad de accidentes que ocurren en la vida diaria; también, del ataque repentino de una enfermedad aguda o de otra índole que pueda poner en peligro la vida de una persona. En esos casos, resulta de suma importancia hacer algo inmediatamente, por lo tanto, es bueno saber que debe hacerse en caso de ocurrir a cualquiera de los accidentes comunes o emergencias, a fin de evitar mayores complicaciones o fatales desenlaces.


Importancia de Prestar adecuadamente.
Los Primeros Auxilios.

a.- Salvar la vida del paciente en muchos casos

b.- Reducir el sufrimiento del paciente y ponerlo en mejores condiciones para recibir el tratamiento médico definitivo.

c.- Determinar la importancia y extensión del daño sufrido y en base a ello decidir la conducta médica posterior.

d.- Prevenir accidentes, puesto que el conocimiento de las causas que los producen hacen que las personas no se expongan a ellos.


REGLAS PARA PRESTAR.
PRIMEROS AUXILIOS.

1.- Debe conservarse el Equilibrio Emocional Necesario, manteniéndose sereno para trabajar con seguridad.

2.- El recomendable colocar al paciente en posición cómoda, de preferencia acostado sobre su espalda, examinarlo suavemente y con cuidado; soltarle las prendas de vestir que lo aprieten.

3.- Dar respiración Artificial en caso de que la víctima No respire; pero haya presencia de pulso y/o latidos cardíacos.

4.- Dar R.C.P. en caso de que la víctima No respire y no tenga pulso, ni latidos cardíacos.

No se debe aplicar jamás la compresión cardiaca externa si el corazón todavía late.

6.- Controlar la hemorragia si la hubiera

7.- Nunca debe dársele agua, ni otra sustancia líquida o sólida a una persona inconsciente pues en estas condiciones no puede tragar.

8.- Es necesario que sea preciso y resuelto de prestar los primeros auxilios a un paciente, de manera que su presencia sea efectiva.

9.- Sea discreto y reservado, tanto con el paciente como con las personas que circunstancialmente se encuentran presente.


SERVICIOS DE EMERGENCIAS MÉDICAS.

Definición : Cadena de Recursos y Servicios unidos para prestar una red de asistencia continua a una víctima, en el lugar del accidente y hasta la llegada al centro asistencial.

En esta cadena de Recursos y Servicios están involucrados 2 personajes Importantes: El paciente (que tiene algunos, derechos ) Y el que presta los primeros servicios (que tiene algunos deberes).


DERECHOS DEL PACIENTE.

1.- Solicitar y recibir atención pre-hospitalaria

2.- Secretos sobre su condición

3.- Denunciar o demandar

4.- Rechazar la atención.


DEBERES DEL QUE PRESTA LOS PRIMEROS AUXILIOS

1.- Garantizar Seguridad

2.- Evitar mayores daños en la escena

3.- Lograr acceso a la víctima en forma segura

4.- Asegurar la solicitud de Ayuda

5.- Movilizar al paciente sin causarle daño adicional

6.- Mantener la asistencia médica durante su traslado.


EVALUACIÓN PRIMARIA

Concepto: Es un proceso ordenado para controlar los problemas que amenazan la vida del paciente a corto plazo.


Estos problemas son, en orden de importancia:

  1. Conciencia

  2. Respiración

  3. Circulación

  4. Hemorragia


PASOS DE LA EVALUACIÓN PRIMARIA.

a.- Verificar sin el paciente responde

b.- Si el paciente no responde abrir la vía aérea extendiendo la cabeza elevando la mandíbula

c.- Verificar si la respiración es adecuada, ver, oír y sentir el intercambio del aire de 3 a 5 segundos.

d.- Si existe una obstrucción de la vía aérea, o el paciente no responde se deberá actuar de inmediato.

e.- Circulación. Tomar el pulso carotideo de 5 a 10 segundos.

f.- Controlar las hemorragias.


EXAMEN DE CABEZA A PIES

  1. Cuero cabelludo = Heridas, deformaciones, hematomas.

  2. Cráneo= Depresiones y deformaciones.

  3. Cara= Deformaciones.

  4. Nariz= Buscar cuerpos extraños y sangrado.

  5. Oídos Cuerpo extraño y sangrado.

  6. Pupilas= Ver simetría y respuesta a la luz.

  7. Párpados = Ver la parte interna.

  8. Boca = Cuerpo extraño, fluido, aliento.

  9. Columna cervical (cuello) = Deformaciones, puntos dolorosos etc.

10. Torax = Simetría, deformación, sangrados.

11. Abdomen puntos dolorosos, rigidez.

12. Pelvis = Dolor, deformidad.

13. Región genital Priapismo, Sangrados.

14. Extremidades = Fracturas deformidades, etc.







BIBLIOGRAFÍA

  1. Manual de Primeros Socorros del Departamento de Bomberos, de Madrid-España.

  2. Medicina Interna de Harrison.

  3. Manual Merck

  4. Manual del Curso de Formación Sanitaria en Actividades Subacuáticos.

  5. Manual de Asistente en Primeros Auxilios del Programa Nacional de Emergencias Médicas de Costa Rica.

  6. Manual de Primeros Auxilios de la Cruz Roja Española, Barcelona, España 1986.

  7. Servicios Médicos de Urgencia y Rescate, México, Ed.Limusa, 1987. D. Grant, Harvey y Murria, JR Robert.

  8. Atlas Prácticas de Urgencias Médicas, Barcelona-España.

  9. Manual de Prehospital Trauma Life Support. NAEMT. U. S. A.

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