La última patrulla... ¿Por qué se matan los senderistas en
Las estadísticas son claras: Una excursión de senderismo por montaña es la actividad que provoca más intervenciones de los servicios de socorro, provocando más defunciones que el alpinismo. La llegada masiva de nuevos practicantes poco conscientes de los peligros, no lo explica todo. Siempre hay un gran número de accidentes por falta de información y de formación y, fundamentalmente, por falta de conciencia de los peligros propios de esta actividad. Desde hace veinte años, el aprendizaje y la prevención de riesgos ha evolucionado mucho en escalada, alpinismo, y más recientemente, en vía ferrata. Sin embargo, el senderismo queda fuera de este aprendizaje, a pesar del fuerte aumento de su práctica. Puesto que el senderismo es una actividad de fácil acceso, se practica masivamente de manera individual y descontrolada, escapando a toda posible regulación.
“Los factores de los accidentes son múltiples y complejos”.
Por eso se recomiendan un esfuerzo de información hacia los senderistas en montaña, por encima de una reglamentación, que sería una contradicción con la libertad de movimientos que se desea encontrar en la montaña. Algunos ayuntamientos de las comunidades de montaña, por miedo a posibles acciones judiciales contra ellos, reaccionan con edictos más o menos legales, u ocultan los itinerarios que presentan algún riesgo. En los últimos cuatro años, los paneles o señalizaciones, que indicaban dichos riesgos, han desaparecido. Igualmente, las indicaciones en las últimas cartas del Instituto Geográfico Francés han sido suprimidas. Esta situación da lugar a una libre interpretación de la seguridad, que depende fundamentalmente de quien practica montañismo y de nuestro patrimonio. De hecho, un gran número de itinerarios están amenazados, con frecuencia los más bellos e interesantes, desprovistos de su carga cultural y de tradición de más de un siglo, cuando se exploraba la montaña con el simple afán de aventura. Indicar en un panel un paso escarpado sin otra indicación constituye una incitación. Produce temblor imaginarse a familias o personas sin experiencia colgadas de cables o en equilibrio sobre una repisa en medio de una pared. Uno se pregunta siempre, por qué los ayuntamientos o las autoridades no ponen paneles indicando claramente los posibles riesgos y recomendaciones.
Este fenómeno es especialmente sensible en un lugar como el cerro de la gloria: sus cornisas o fajas, sus travesías, que constituyen parte de su personalidad, están hoy reservadas a una transmisión boca a boca, casi confidencial. Algunos responsables del Parque Natural Regional se preguntan si esta es una situación correcta.
Quedan muchas cosas por hacer.....Entre las preocupaciones sobre seguridad, jurídicas, ecológicas, técnicas y fundamentalmente, financieras, los amantes de la montaña no saben a que atenerse. por eso creo importante recordar que los accidentes tienen causas múltiples e inesperadas...
La mayor parte de las intervenciones son debidas a falta de atención y a una cierta despreocupación en senderos fáciles. No hay que olvidar que un terreno escarpado tiene, lógicamente, riesgos, y da lugar a la mayor parte de los accidentes mortales. Las consideraciones que siguen son su fundamento: 1. El primero de los “malos hábitos” es la dramática confusión entre dificultad y exposición al peligro, que tienen el 99% de los senderistas: “esto no es muy difícil, entonces no es peligroso. Puedo hacerlo y llevar a mis amigos o a los niños”. Un itinerario, aunque sea escarpado, no tiene por qué ser difícil técnicamente, pues entonces sería escalada. La escalada es una actividad muy técnica, pero finalmente poco peligrosa, salvo en ciertas vías con roca inestable o en elevada altitud. Se puede decir que, con los métodos de seguro modernos, una escalada difícil y abrupta comporta menos riesgos, puesto que la caída (prevista y aceptada) está perfectamente asegurada y exenta de golpes. Hay que destacar que los dos tercios de los accidentes de alpinismo ocurren también en los recorridos catalogados como fáciles y poco difíciles. En ningún momento podemos dejar de prestar atención a los gradas o fajas herbosas inclinadas hacia el vacío. 2. El segundo de los malos hábitos es la confusión entre necesidad de asegurarse y la ayuda a la progresión por algunos elementos in situ. Un ejemplo: los famosos “cables” (¡en ocasiones viejas cuerdas fijas!), situadas para asegurar un paso, no tienen otro efecto que el de incitar a las personas a introducirse en pasos arriesgados, creyendo que no necesitan encordarse o asegurarse.
3. El conocimiento del material y de su utilización es muy superficial. Muchos senderistas o montañeros añaden cierto esnobismo al no llevar cuerda “por qué no es un itinerario difícil”, pero raramente saben utilizarla. Nunca se lleva un arnés, mosquetones o descesores. Ningún medio eficaz en pasos. 4. Muchos senderistas se conforman con el mapa o se confían a una baliza o un panel informativo. Pero ninguno de estos elementos proporciona detalles sobre posibles peligros, ni sobre el material que podemos necesitar. Desgraciadamente, las topo guías utilizan muchas veces un sistema de acotaciones superficiales, que manifiesta esa famosa confusión entre dificultad y exposición. En escalada, las acotaciones sirven únicamente para precisar la dificultad. Los peligros concretos (roquedo en mala condición, etc.) y el material son objeto de un comentario detallado. Definir un itinerario de senderismo deportivo se revela insuficiente y puede ser peligroso. Algunos responsables proclaman hoy la necesidad de un mapa, tras consultar con los editores, donde se mencionen de una manera más profunda la naturaleza de los peligros, que pueden afectar a senderistas o practicantes de montañismo, con consejos sobre el material necesario, etc. Es bueno, además, verificar la actualización de las topo-guías, pues algunos editores poco escrupulosos reeditan sin modificaciones algunas ediciones de hace treinta años. 5. El error en el itinerario, consecuencia de la utilización del mapa (o del instinto) es responsable de muchas intervenciones de los servicios de socorro. En terreno escarpado difícilmente se encontrará la forma de rodear un paso con un mapa. Personalmente asistí a la caída mortal de un joven montañero, al confundir su grupo uno de los pasos y aventurarse por una barrera rocosa. Se encontraban desviados 100 metros a la izquierda, debido a una mala lectura del mapa. Se puede argumentar que, generalmente, estos pasos están señalados. Pero es preciso saber dónde encontrar esas marcas, que cualquier topo-guía solo menciona. La redacción de los autores de topo-guías se complica hoy con el borrado de las marcas.
"Cada salida a la montaña debería ser una aventura controlada. En cada accidente se constata la realidad de una práctica inconsciente. 6. Se puede añadir a la lista negra de peligros la presencia ocasional de la nieve, que nunca detiene a quienes están empeñados en alcanzar su objetivo a toda costa Aquí se añaden peligros propios del alpinismo. "En montaña, el riego cero no existe y nadie está a salvo de un error o de la fatalidad". Sin embargo, como señala Georges Bernard, en los cursos de iniciación del CAF " la mayor parte de los senderistas no saben marchar sobre la nieve, ni realizar auto detención en un deslizamiento". Añadiría que muchos no saben estimar el estado de la nieve en la montaña, no se informan y no tienen el material necesario. Ni siquiera imaginan las utilidades de un piolet... Los senderistas, al igual que los alpinistas, tienen necesidad de realizar un esfuerzo de formación e información necesarios para reducir los riesgos al mínimo posible, de tal manera que no se pueda reprochar a los políticos, que ordenan el territorio excepcional que ellos gestionan al nivel de la llanura.