La última patrulla... Mi vida en una mochila.

Frecuentemente tenemos cierto pudor, mostramos cierta austeridad para expresar las emociones y sentimientos que me produce el caminar por las montañas, pero ahí están, todos y cada uno de esos sentimientos y esas emociones, por años guardados en mi mente, en mi corazón, incluso rebasando la lejanía de los años.

En mis años de senderismo aprendí que en la montaña se combinan dos factores que difícilmente aparecen juntos en otras disciplinas deportivas: la emoción que se logra al ascender una larga pendiente, al recorrer como parte de la ruta o por simple atracción una arista de roca con el vacío vertiginoso del barranco siempre bajo nuestros pies, la emoción de escalar una pared escarpada o alcanzar la cima de una alta montaña. Emociones incomparables que son reconocidas por todo aquel que las haya vivido alguna vez. Y como segundo factor inseparable, el recuerdo de esas emociones que será lo que dará forma y sentido a esas emociones y que más tarde, cuando descansando tomemos el tiempo necesario para reflexionarlas, para internarlas en nuestros corazones y volverlas una experiencia.

Este proceso en su conjunto, un tanto intelectual e individual, cuando se transforma en literatura, fotografía, cine, se convierte en la fuente de lo que los senderistas llamamos, Alpinismo.

Una montaña, emociones, ideas, sentimientos que hacen que los senderistas no sean simplemente unos acróbatas que corren inconscientemente, abrazando un peligro tras otro. Porque ese sentimiento forma parte inseparable ya, de nuestro carácter, de nuestra formación, de nuestros proyectos, aún incluso, de lo que cargamos en nuestras mochilas. Porque ella también viaja con nosotros, sobre nuestros hombros, cundo ascendemos cansadamente por la ladera de una montaña.

Deseo que las palabras ahora escritas para ti, resuenen en tu cabeza proyectando mis aventuras en la montaña. Y que esas imágenes que he guardado en a través de mis ojos y de la lente de mi cámara, te hagan vivir intensamente, incluso antes de partir, mientras extendemos un mapa que me transporta hacia paisajes perdidos intentando imaginar esos lugares aun antes de haberlos visto.

Deseo que en tu lectura de mis letras nos reconozcamos y aún más, que las vivamos juntos, tan intensamente cuanto somos capaces hasta de situarnos tu al lado mío y yo al lado tuyo para preservar un recuerdo que nos obliga a un reencuentro con las emociones originales y con el paisaje donde se han vivido. Los paisajes son emociones y sentimientos juntos. Así nos comunicamos entre nosotros el sentido de nuestras vivencias y a la vez los sentidos de los lugares que visitamos. Dicho con las palabras del filósofo Fernando Savater, “lo que da a la aventura su vigor mágico es que, en cierto modo se la vive, se la cuenta y se la escucha al mismo tiempo”.

Con mis letras ahora, quiero hacer una reflexión en voz alta de estos tres elementos que se reúnen en el senderismo.