La última patrulla
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Cuando recién había llegado al grupo de los scouts, lo primero que me sorprendió, no fueron las actividades tan rudas, ni los juegos de desfogue, ni siquiera el uniforme ni la mística que había detrás de los gritos de patrulla o los banderines. Fue la amistad que se podía apreciar entre todos y cada uno de los integrantes de este grandioso grupo de personas. Fue una gran sorpresa para mi darme cuenta de aquella camaradería entre todos, era una amistad que iba más allá de la palabra, se palpaba el respeto, la admiración y sobre todo el cariño, pero aún más, el cariño fraternal, ese que experimentas cuando tienes hermanos, sólo que estos no eran de sangre, sino por decisión, por experiencias. ¿Cómo me di cuenta? Por el cuidado y el trato que se daban entre ellos. La manera en la que hacían chistes o corrían a ayudar a alguien que se había lastimado.
Entonces comprendí que yo quería ser parte de aquello, yo quería tener amigos así de verdaderos, así de grandes. Y me quedé, en parte, por esa razón, porque nunca antes había experimentado una sensación así, y lo increíble de todo es que ni siquiera hubo pie a equivocaciones, conocí a personas maravillosas que tengo la bendición de llamar amigos, y resulta que del cuello les cuelgan pañoletas, como a mi.
Tener un mejor amigo en los scouts es tener una conexión más sensibilizada que con otros amigos que no lo son. Es decir, te conocen como en realidad eres, quejándote por caminar mucho en una excursión, llorando por lo conmovido que pudiste estar en una ceremonia, enojándote por cosas sin sentido, sin bañarte en tres días, bajo circunstancias más naturales, sin nada qué ocultar. Y no nada más es eso; a donde quiera que vayas y conoces a un scout, sabes que tienes un amigo en cada uno. No hay tiempo para presentaciones formales o convivencia, lo sabes y ya está, amigos sin siquiera haberse visto antes en la vida, y desde ahí comienza una gran amistad.
Con mi mejor amigo (Gilberto) me pasó así. Yo no lo conocía de antes, ni siquiera me sabía bien sus apellidos, y terminamos siendo confidentes, compartiendo campamentos, incluso apoyándonos en los momentos más difíciles de nuestros días. ¿Pero, qué lo hizo diferente, qué hace que tu mejor amigo scout sea un hermano del alma? Para mi, la respuesta es que la mayoría de mi amigos no viven aquí, en mi ciudad. Ni siquiera en una ciudad cercana. Con Gilberto en particular, es la mera idea de volverlo a ver, de esperar por convivir, porque aunque estamos lejos, al reunirnos compartimos en muy poco tiempo más cosas que con nadie. Es un poco difícil de explicar, pero estoy seguro de que si tu mejor amigo vive lejos, me has de entender a la perfección. Es como si los pocos días que estuvieran juntos tuviera un efecto mucho más poderoso que convivir con alguien que pueda estar cerca. Y con esto no le quito mérito a los mejores amigos de una misma ciudad.
El sentimiento de que existe una amistad verdadera entre los scouts no sólo la observé la primera vez que tuve contacto con el escultismo. También en muchas otras ocasiones, en campamentos nacionales. Los abrazos son más sinceros, los momentos más valorados, las experiencias mejor contadas. Es ese concepto de la amistad universal en todo el movimiento, es ver la verdadera esencia de la amistad bajo una Ley y una Promesa scout.
Un mejor amigo scout es lo mejor que te puede pasar. Por eso Gilberto conoce cómo es la vida en el escultismo, para empezar. Es compartido, es leal, sabe escuchar, sabe estar contigo, comprende muy bien los problemas o las experiencias de usar el uniforme scout. Es esa amistad que está destinada a durar por siempre. Y no te lo digo yo, te lo dicen todos los scouts que probablemente ya conoces, que fueron amigos en tropa y ahora son grandes camaradas, aún de dirigentes. Son, una de las miles y miles de cosas, que el escultismo te brinda. Compañeros de viajes, pañuelos de lágrimas, esa persona que quiere hacer una ceremonia especial para ti, con quien hablar de lo que sea, incluso de nada. Con quien, evidentemente, habrá algunos obstáculos, pero sabrán enfrentarlos. Esa persona que aplica el ríe y canta en tus dificultades, o sin tus dificultades, pero a tu lado. Es algo así como el libro de oro de tu vida, sabe cada detalle de lo que has pasado, y lo más sorprendente, es que no se va, sigue ahí, a pesar de todo.
Un mejor amigo scout, también deja tu mundo en mejores condiciones de como lo encontró.