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La última patrulla VI Capitulo 3 Lejos…


Dante, cuando partiste sentí que se desgarraba mi alma…


Solo te miré a los ojos y te dije, no voy a llorar y no pude mas que darte una bendición que te acompañaría por el resto del tiempo que estarías lejos de mi.


Siempre, desde tu nacimiento te he amado, profundamente, más que a mi mismo. He deseado tanto para ti que hubiera querido poder bajarte cada estrella para iluminar tu camino, convertir cada deseo tuyo en una hermosa realidad… pero, aquel día, hijo mío… ¡te amé como nunca!


Hay personas que dicen que a los hijos se los ama más que a la vida misma y es verdad, yo te amo de esa forma y más aún, en mi soledad me dí cuenta cuanto te pertenezco, cuanto tienes de mi y así son las cosas de la vida, tienes que experimentar la distancia para darte cuenta cuanto amor hay en cada corazón.


Mil recuerdos de tu infancia me invaden, hice de tus fotografías un rincón especial en mi computadora, para mirarte, para desde esta distancia que nos separa, desearte el mejor de los días. El mejor momento junto a ti, para que no te falten buenos amigos que te ayuden a sortear los malos ratos, que no te falte una mano que te extienda su compañía y un abrazo para que nunca te sientas solo.


Yo, desde que eras niño fui un hombre egoísta, hoy lo sé. Nunca quise compartirte con nada ni con nadie, solo te quería ver sonreír y en mi desmesurado afán de no verte lastimado, creo que cometí errores…


Siempre te dije que te amo. Y siempre te soñé junto a mi. Recuerdo que tu me veías como un súper héroe, que te ayudaba y te salvaba en tus pesadillas mas terroríficas…


Hoy, ya no puedo protegerte, de todos modos pongo todas mis fuerzas, mi palabra y mi espíritu para arremeter contra las circunstancias tristes que hoy pudieran doblegar tu existencia, para defenderte de la amargura de la vida que te puedan aquejar, porque nadie, nadie podrá darte tanto amor como este hombre que te ama más que a sí mismo.


Hoy no quiero sino, hijo mío, sabiéndote lejos de mi, rogar y rogar para que la vida generosamente se abra para ti, que cada caída sea solo un traspié y que no te agobie más que el tiempo necesario para tu fortalecimiento. Te deseo un gran amor que te consuele, que te abrace, que te quiera, que te transporte al mundo del amor real y un amor cálido de alguien que te quiera con afecto del bueno, ese amor que saque siempre lo mejor de ti, todo lo bueno y dulce que siempre has sido, para que descanses en el y seques tus lágrimas cuando el camino se torne difícil.


Te deseo el sol radiante y que cada día brille para ti.


Te deseo melodías que calmen tu espíritu y sobre todo la magnifica oportunidad de maravillarte de las cosas que ves, que sientes y de las tantas que aun te faltan por vivir.


Yo, desde la distancia, te abrazo cada día en mis pensamientos y como te dije, hoy y siempre no estas solo, aún en la distancia siempre estaré junto a ti. Cuando la soledad te ataque, cierra los ojos y piensa en mi, que con la misma intensidad yo te escucharé y sabré que me necesitas. Una oración mía cada día te protegerá y todo mi amor te bendice.


No me gusta estar lejos de ti, pero las circunstancias siempre me distancian un poco más de lo que realmente debería ser. Recuerdo que para tu nacimiento salí corriendo desde la ciudad de Palenque, Chiapas, y también que a los pocos meses de tu nacimiento tuve que volver a viajar. Esta rutina de viajes y trabajos, es lo que ha definido parte de nuestra relación, y que aún intento sobrellevar.


Sé que disto muchos kilómetros de ser un padre ejemplar, y que toda mi imperfección y lejanía siempre me genera frustración, por eso hoy solo quiero escribir sobre aquellas cosas que me hacen sentir feliz y recordar que nuevamente podré estar junto a ti.


El día que naciste, a los minutos de salir del vientre de tu madre, intentaste coger mi mano, con tu inmensa humanidad lograste prenderte muy fuerte de mi dedo índice, creo que ese gesto marco un pacto eterno entre nosotros. Día a día, ecografía a ecografía, veíamos feliz como crecías. Pero confieso que no me sentía realmente padre, hasta que te tuve conmigo.


Desde ese entonces, tu existencia es un contrapeso a la negatividad del día a día, pero sobre todo, me ayuda a luchar. De eso se trata mi vida diaria, de luchar. Porque tu me has enseñado a estar contento sin motivo y exigir con todas mis fuerzas aquello que deseo.


Disfruto intensamente cada momento a tu lado: al correr por los parques, seleccionando juguetes a una manera algo compulsiva, cuando merodeamos las librerías y tiendas de juguetes …


El ser padre, además de un reto y responsabilidad, me ha permitido descubrirme como persona, encontrar mis propios límites, pero también aspiraciones. El día de tu nacimiento, es el día en que indefectiblemente cambio mi vida… ¿Es la madurez? No lo sé, sigo siendo inmaduro en muchos aspectos… Pero Dante…. eres todas mis razones y desde la distancia te digo: Papá está lejos, pero Papá ya regresa…

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