El senderismo: un camino hacia la humanización
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Desde el nacimiento venimos con la marcha ya incorporada en nuestro código genético. Cuando llega el año de vida, de repente, casi sin darnos cuenta, ¡nos convertimos en bípedos! La acción de caminar es, pues, algo innato a nuestra adaptación al mundo. No necesitamos aprenderlo específicamente, es fácil y natural.
Recorrer un sendero en el medio natural nos proporciona una oportunidad única para emprender también, un camino interior, hacia nuestro crecimiento personal. Para aprovechar este momento educativo el profesor necesita recursos y herramientas que favorezcan la implicación global del alumno y así poner en marcha el proceso de adquisición y afianzamiento de actitudes y valores.
1.- El valor educativo de las actividades en la naturaleza.
El hecho de realizar un sendero, como parte de las actividades en el medio natural, ofrece de forma intrínseca, un gran abanico de posibilidades educativas.
Lo educativo de las prácticas deportivas en la naturaleza, no es el aprendizaje de sus técnicas o tácticas, ni siquiera de los beneficios físicos y psíquicos de una buena preparación física que sustente su rendimiento. Lo que realmente da un carácter único y educativo a las actividades en la naturaleza son las condiciones en que se realizan estas prácticas, que permiten a los individuos comprometer y movilizar sus capacidades de tal manera que esa experiencia organice y configure su propio yo, logrando su auto-estructuración.
Distintos autores (Parra et al., 2000; Caballero, Domínguez, Parra, 2007), hablan de las bondades educativas de las actividades en la naturaleza y se refieren a toda una serie de virtudes o atributos educativos, que se consiguen gracias a su tratamiento en las aulas escolares y fuera de ellas. Se manifiestan como una fuente inagotable para el trabajo en valores.
Sin embargo, que sea evidente el potencial educativo de estas prácticas no quiere decir que por el simple hecho de hacer una ruta en el medio natural, nuestro alumnado va a adquirir un compromiso de respeto delmedio, y va a afianzar comportamientos y valores positivos hacia la conservación del mismo.
Si analizamos nuestra experiencia dentro y fuera del entorno escolar, detectamos que cambiar o fomentar ciertos comportamientos a través de la estas prácticas no se consigue de forma espontánea y con actividades aisladas.
Para que sean un medio adecuado que consiga educar en valores es imprescindible planificar nuestra actuación con el alumnado en este entorno y tiene que tener como objetivo claro y prioritario la consecución de un conjunto de valores, por encima de cualquier otro objetivo funcional o práctico.
El primer paso para planificar nuestra actuación en torno a la educación en valores a través de la actividad física es saber qué queremos conseguir y posteriormente, cómo lo vamos a conseguir.
2.- El senderismo: un camino hacia la humanización
Es una decisión comprometida la de sacar a los alumnos del edificio donde normalmente desarrollamos nuestra labor educativa. No siempre contamos con el apoyo suficiente dentro del entorno social, escolar y familiar para realizar prácticas que impliquen salir al medio natural. Otras veces, más que apoyo necesitamos un empujón, (por parte de compañeros de nuestro centro o de otros centros educativos, compañeros del equipo directivo, administración, etc.), que nos haga un poco más fácil nuestra intención de aprovechar el potencial educativo de este tipo de actividades (Caballero, Domínguez y Parra, 2007).
El senderismo, sin embargo, es una de las prácticas que más abordan los docentes desde el ámbito educativo, ya que (Parra, 2001):
- Es una actividad con posibilidades de adaptación a distintos niveles físicos.
- También es fácil de adaptar al tiempo disponible (una mañana, un día completo o varios días).
- Se puede desarrollar en entornos relativamente próximos.
- No require la aplicación de técnicas ni materiales complejos.
- Cuenta con el apoyo de compañeros, equipos directivos y familias por parecer más segura que otras prácticas en el medio natural.
- Posibilita el trabajo interdisciplinar: rutas culturales, rutas históricas, rutas botánicas, etc.
Aceptar el reto de planificar una ruta de senderismo supone un compromiso para el docente, que se acerca a este medio con la intención de aprovechar las bondades educativas de las actividades en la naturaleza con el fin de educar. Responder a ¿qué objetivo tenemos? y a ¿cómo lo vamos a conseguir? son los pasos fundamentales para dar un sentido humanizador a la intervención educativa que vamos a llevar a cabo. Cuando nos enfrentamos a esta tarea, detectamos la necesidad de crear recursos y estrategias para afrontar este proceso.
·Partir de la experiencia directa (vivenciar; alumno protagonista), para llegar a posteriori a reflexionar sobre lo acontecido gracias a las propuestas elaboradas en el mismo y más tarde a la teoría. Ser más certeros gracias al cuaderno, en la consecución de los diferentes objetivos planteados.
·Respetar el valor intrínseco del camino, que invita a aprender y es un recurso amplísimo que se afronta de una manera divertida. Con propuestas acordes con los intereses y necesidades de los alumnos, pretendemos que el cuaderno siga invitado a aprender, a comprometerse.
·Aprovechar al máximo los recursos didácticos que nos ofrece el medio natural.
·Fomentar actitudes de respeto y protección del medio natural.