2 La última patrulla. La Capichola.
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¡El cerro de la Gloria viene a ser el Afganistan de los scouts monclovenses: demasiado apartado para conquistarlo, demasiado austero para intimidarlo, demasiado independiente para sobornarlo!
Desde mi niñez, siempre había admirado la hermosa montaña que es el cerro de la Gloria; no hay un día en la vida de los monclovenses que no le dediquemos un vistazo para admirarla. Durante muchos años ha sido protagonista de la vida en nuestra ciudad, esta montaña se levanta desde los 635 metros sobre el nivel del mar (msnm) desde su base hasta los 2150 msnm en su parte más alta.
Equívocamente le llamamos cerro pero realmente es una montaña, pues es una elevación de relieve de la tierra con una altura superior a los 700 metros de diferencia entre su base y la cima, y en la base del cerro o falda estamos a una altura de 650 metros y en la cima estamos sobre los 2,150 metros, lo cual nos da una diferencia de 1,500 metros, por lo cual pasamos más del doble la categoría de montaña.
La flora de esta region está caracterizada por el matorral y los pastizales, también se hacen presentes las lechuguillas, gobernadoras, cactus, magueyes, nopales, yuccas, huizaches y mezquites. Los nogales y los fresnos también están presentes en este paisaje, junto con las plantas de albahaca que aromatizan los caminos, el orégano, el árnica -que muchos usan con fines medicinales, la biznaga, el famoso peyote, el álamo, el cenizo y la siempre curativa sábila en las regiones bajas y los pinos y encinos en la parte alta de la sierra, en cuyas alturas podemos encontrarnos con ejemplares como los encinos, cedros, pinabetes y pinos.
La fauna de la región, gravemente mermada por las actividades agropecuarias y la deforestación, está compuesta por osos negros, pumas, jabalíes, zorros, coyotes y venados cola blanca junto con otras especies de menor tamaño como conejos, zorrillos, berrendos, comadrejas, tlacuahes, ratas, murciélagos, gatos monteses, tejones, , ardillas y liebres.
Por otro lado tenemos las aves, entre las que podemos nombrar a las grullas, lechuzas, halcones, gavilanes, cuervos, gansos, patos, águilas, zopilotes, tordos, cenzontles, cardenales, golondrinas, calandrias, gorriones, codornices, auras, guajolotes, alondras, codornices, correcaminos y palomas.
Poca gente se ha dado a la tarea de conocerlo tan íntimamente como lo hicieron estos intrépidos monclovenses amigos míos y amantes del montañismo y la naturaleza.
Encontrandonos al píe de la carretera que va de Monclova al ejido el oro, municipio de Monclova, nos disponemos a tomar el camino de terracería que nos lleva hasta el Rancho “La Capichola”, apartir de aqui, será el punto de entrada hacia las faldas de la montaña. Hicimos este recorrido en una troca, la cuál es necesaria para atravesar los caminos que nos esperaban. Y como sabemos que la mejor manera de conocer y apreciar el paisaje es estando inmerso en el para poder tener una vista completa del paisaje.
Cámaras, agua, fruta, sombrero, lentes oscuros y mucha emoción por volver a visitor estos grandes espacios del norte de Coahuila que alguna vez desee con ansias conocer, nos hizo acomodarnos rápidamente como esperando que empezara alguna película de estreno. El camino y el frío en esos momentos no nos importó.
Saliendo de Monclova y despúes de pasar el ejido el oro, la carretera continúa hacia el sureste ganando altura poco a poco. La montaña se acerca a la cinta asfáltica hasta convertirse claramente en un cañón. Junto a la carretera desparecen claramente los campos desérticos. ¡Está intentando brillar el sol! Los rayos de luz están intentando romper entre los espesos nubarrones negros que marcaron el clima de los últimos diez días y que de una forma sutil han marcado fuertemente nuestras mentes y nuestra personalidad.
Finalmente nos pusimos la mochila a la espalda. Había llegado el momento, el tiempo no era malo y las previsiones meteorológicas anunciaban una mejora para los próximos dos o tres días, en principio, más que suficiente para conquistar la cima y bajar sin ningún problema.
-¿Ya tienen todo?... ¿No dejan nada? – Digo yo.
Este era nuestro inicio, un diálogo entre un grupo de tres amigos, que inmeros en todo el pasaje, caminaban juntos.
-¿Todo completo? -Repito yo.
-Completos (respondió Powit; alto, de constitución fuerte), ¡por fin!, ¿dónde vamos a comer?
-¿Ya tienes hambre compadre? .- Dice Hiram.
-Pues yo sí tengo (agregué, de estatura alta, Delgado y Moreno). Vamos a la cañada, junto a la entrada al caracol.
-¿Quieren ir ahí? .- Pregunto yo.
-Vamos (contestaron todos).
El ascenso a desde este punto en que nos encontramos y hasta el pico del cerro, debería de lograrse en un total de seis horas entre paisajes verde olivo, Amarillo intense y piedras de color ocre, abundantes por la temporada de invierno, es importante mencionar que la mejor época para realizar la practica de montañismo en esta cumbre es entre los meses de noviembre a febrero, ya que por las bajas temperaturas de la temporada de invierno disminuye la presencia de víbora de cascabel, además de que la temperatura que al no ser caliente como en cualquier otro mes, reduce por mucho el grado de deshidratación corporal.
Siguiendo el camino y andando unos 5 kilómetros de terracería, llegaremos al Rancho la Capichola, este es un camino de terraceria con una vista privilegiada, ya que conforme avanzas en direccion al cerro y te alejas de la carretera, se logra observar un ascenso ligero que nos muestra los valles, aroyos y veredas del camino, lomas de piedra al rededor nuestro, estas son de poca altura y muy diferentes a otras que yo haya visto, salpicadas casi totalmente por piedras redondas de diferentes tamaños, que las hacen ver como si fueran recubiertas por gragea pétrea, dicen los pobladores que existen piedras más grandes donde se encuentran casas entre ellas, eso no lo he visto aún, pero estoy seguro que éstos lugares prometen mucho para explorarlos.
De lo que si estoy seguro es que definitivamente para recorrer éstos caminos es necesaria una troca con buenas llantas y suspensión que aguante los bordos, desniveles y que pueda cruzar los cauces de los arroyos pedregosos, algunos de éstos arroyos tienen una anchura de algunos 30 metros o más, éstos sí son arroyos.
Conforme avanza la mañana, el frío se mantenía y el sol no se mostraba, !pero eso hasta nos gustaba! Las vistas que disfrutamos nos hacen olvidar los trancazos y raspones recibidos por las condiciones del camino.
En algunas partes del camino, encontramos biznagas en flor que nos alegraron con sus pétalos morados, esa belleza solitaria que embellecía el agreste entorno. El paisaje es hermoso, bordeamos cañadas rocosas y veíamos monolitos enormes distribuídos por varios kilómetros que nos hacían preguntarnos qué fuerzas tectónicas o volcánicas arrojaron esas enormes piedras hasta su lugar actual.
El pequeño grupo se puso en marcha despertando la curiosidad de los animales que nos veían desde lo alto.
El camino de aproximación no tenía ninguna complicación, salvo el desnivel que se había de ganar. Empezamos fuertes, rápidos y con muchas ganas, aunque a medida que ganábamos metros el paso se hacía más lento y tranquilo y poco después empezaron las paradas técnicas, esto es, beber agua y tomar un poco de aire ya que se empezaba a notar la altura. Al final las paradas para respirar se hicieron más tímidas ya que a nadie le gusta de mostrar su debilidad y cansancio.
Gilberto marchaba primero, siempre a la cabeza, fuerte como un toro, compitiendo con él mismo por adelantar a todo el camino que podía. A cierta distancia estaba yo, con paso lento pero seguro, inmerso en mis pensamientos, vagabundeando por entre los rincones de mi cerebro. Todo se agolpaba en mi mente, la montaña, los amigos, otras montañas y un sinfín de ideas que iban y venían al son de mis pasos. Algo más atrás, el tercero del grupo, Hiram.
-¿Te agrada estar entre nosotros? (le pregunto a Hiram, porque era su primer ascenso).
-Sí, -contestó- todo lo que sé es que estoy haciendo este absurdo y monótono camino. No existe internet ni celular, los refugios son pocos y no tengo idea de lo que esta ocurriendo en Monclova en este momento.
- Por otro lado, todo lo que sé en este momento es que estoy tenso, nervioso y emocionado porque acabo de darme cuenta de que ya no puedo volver a ser él que venía siendo.
Hasta este punto, estamos caminando por todo el trayecto que va desde la carretera hasta el punto llamado la perforadora, algunas veces tranquilos, charlando, otras apresurados porque yo aceleraba el paso hasta que Hiram y Powit me recordaban que deberia administrar el esfuerzo, pero siempre caminando entre variados escenarios del camino. Fue por lo tanto, una experiencia nueva el salir con mis mejores amigos a la edad de 39 años, dando principio a nuestra excursion bajo un sol brillante pero un viento helado.
Cuesta creer que han pasado mas de veinte años desde que hice mi primera ascensión al cerro de la gloria. Fue un momento desicivo. Cuando comenzamos el ascenso, creí que había realizado uno de los sueños más grandes de mi juventud.
Por la mañana de ese 28 de diciembre, al despuntar el día, iniciamos esta aventura juntos para subir a la cima del cerro de la Gloria, la mayor parte de este cerro es una serie de cañones paralelos que van en direccion norte-sur. En sus áreas bajas forman valles más o menos anchos, las laderas inferiores estan llenas de bosques de cedro, que poco a poco, conforme se gana terreno y altura ceden espacio inclinado a los enormes pinos. La montaña sube y sube hasta alcanzar la sima. En esta montaña se encuentra de todo: veredas para caminar, claros para acampar; me atreveria a sugerir que se podría practicar el ciclismo de montaña. Bosques que por estas fechas, se llenan de nubes preñadas de nieve… y a donde vamos es un lugar llamado la cabaña, para disfrutar de este gran regalo natural.